La influyente senadora nacional, Anabel Fernández Sagasti, del círculo íntimo de Cristina y dirigente de confianza del Presidente, se ha convertido en una figura clave a la hora de gestionar la ayuda financiera de la Nación a la Provincia. Sin generación de recursos propios ni acceso al crédito internacional y con una recaudación en picada, ya no alcanza con una administración provincial equilibrada para sobrellevar la crisis. 

Inevitablemente, todas las provincias hoy tienen una dependencia vital de los fondos que envié el Gobierno nacional, en buena medida, mediante la emisión. Y la decisión discrecional de ese reparto la tiene Alberto Fernández, en todo lo que se agregue a las transferencias estipuladas por ley. 

La buena relación de Rodolfo Suarez con Alberto Fernández es un puente para la gobernabilidad de Mendoza, lo que contrasta con el rol definido de oposición del presidente del radicalismo nacional y diputado, Alfredo Cornejo. El tiempo dirá cómo repercute a la Provincia ese doble juego, que emana de representaciones y roles disímiles. Y de personalidades y visiones políticas también diferentes.

Un presidente debería gobernar para todo el país sin distinción ni discriminaciones para nadie, algo que en los hechos no suele suceder. Los gobiernos kirchneristas han dado ejemplos de poder discrecional, y eso lo saben los gobernadores. Pero Alberto, todavía no ha movido decididamente sus fichas como para ofrecer una conclusión definitiva.

Salvo al comienzo de la gestión de Suarez, cuando desde el cristinismo le bajaron el pulgar a la toma de créditos en dólares, no ha habido demasiadas señales contrarias al gobierno mendocino. Y si bien ante la reacción antiminera dejaron solo al gobernador, después lo han acompañado en la Legislatura, y desde Buenos Aires están cumpliendo, valga el ejemplo, con los fondos para Portezuelo.

Las llaves de Anabel


Igualmente lo que manda es la política: fue Anabel quien anunció la refinanciación parcial de deudas con el Banco Nación después de reunirse con Alberto Fernández. Y es de esperar que la senadora siga cumpliendo roles protagónicos a la hora de destrabar otras ayudas financieras que necesita imperiosamente el gobierno de la Provincia para cumplir con sus compromisos. 

Será también el peronismo, comandado por Anabel en la Legislatura, quien promueva iniciativas en temas populares, como un apoyo a municipios en el plan de viviendas, tras el lanzamiento de Argentina Construye, y el aumento de ingresos brutos a los bancos.

La movediza senadora, quien fue noticia en estos días por donar una consola junto al Presidente a un músico lavallino, seguirá siendo prominente a la hora de dar buenas nuevas y, no es de extrañar, que sea ella quien gestione los fondos para pagar los sueldos u otros compromisos.


El sillón de San Martín

Pero gobernar es más que recibir y repartir fondos para cumplir con los pagos. Implica tener iniciativa y decisión, gestionar el día a día y proyectar el futuro.  En medio de la crisis, es un acierto el diálogo fluido de Suarez con los intendentes, la atención a los sectores y la asistencia para apuntalar el empleo.


Iniciativas como el Consejo Económico, Social y Ambiental pueden ser un foro idóneo para aportar ideas, la Agencia de Ciencia e Innovación Tecnológica un salto cualitativo para la matriz productiva, y la reforma institucional un factor de modernización política.

Tras los cuestionamientos de los lobbistas constructores de Buenos Aires, el gobernador se mostró enérgico a la hora de defender el proceso de Portezuelo del Viento para privilegiar a empresas mendocinas y por otro lado hizo renunciar al influyente asesor, Daniel Chicahuala, cuando se supo de su incompatibilidad. Hay que ver a partir de ahora cómo se mueve la política frente a los fuertes intereses que pugnan por un proyecto de semejante magnitud.

Frente al coronavirus


Mientras San Martín, Junín y Rivadavia están pidiendo que se habiliten las reuniones familiares, del otro lado de la cordillera acaban de establecer un ailamiento estricto y obligatorio. Santiago está atravesando su peor momento desde que se declaró la pandemia con más de 400 muertos y 40 mil contagios. Las cifras dan la medida de la desidia del gobierno de Sebastián Piñera.

Cuando en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense están luchando contra la circulación del virus, que ya está golpeando en barrios y villas, en Mendoza no se están presentando casos positivos de COVID-19 en la mayoría de los días.

Si bien faltan muchas aperturas y habilitaciones para volver a cierta normalidad, en nuestra provincia han vuelto a funcionar el comercio, la industria, ciertos servicios y el transporte de pasajeros por la eficaz gestión de la crisis y el cumplimiento consecuente de la población. Y quizás la semana que viene vuelvan a abrir los restoranes y hasta se permita las reuniones familiares en formas reguladas.

Son fuertes los contrastes en tiempos de pandemia, cuando la realidad nos muestra que los brasileños, que con un vuelo directo solían disfrutar todo el año de nuestra tierra, hoy se codean con la muerte por subestimar las consecuencias del virus.

Las postales del mundo son un buen indicador de que debemos seguir con la prevención, estrictos en el distanciamiento social, y responsables con todos los protocolos establecidos, pese a la sensación de seguridad que nos da el aplanamiento de la curva de contagios.

El Estado tiene el rol de regular, las empresas e instituciones deben cumplir con sus protocolos, pero somos los ciudadanos los que signaremos el éxito o el fracaso de las medidas, lo que tendrá implicancias en la salud, la economía y la sociabilidad. Los resultados nos harán  hablar de víctimas o de buena vida. De nosotros depende, y de las medidas del gobierno de Rodolfo Suarez.