El nazi fundador de la Gestapo, Hernán Göring, solía decir: "Escucho la palabra cultura y llevo la mano al revólver". En mi devenir periodístico he escuchado a varios colegas -y a mi mismo- repetir en las redacciones esa lamentable frase, pero pasada, claro, por el tamiz del humor ácido.

En esas noches donde a las 23 debíamos cambiar la tapa y cinco páginas del diario por algún hecho resonante de último momento, alguien soltaba esa frase reemplazando la palabra "cultura" por el nombre de algún funcionario de turno o de alguna medida económica o política de emergencia: "Escucho la palabra Cavallo y llevo la mano al revólver", por ejemplo.

Yo diría, con ánimo de joder la pava, que si en estos días de campaña política escucho las palabras "equipos técnicos del peronismo", como de hecho me ha pasado, me agarra una molesta comezón.

Si Göring era un nazi despreciable, fanático y asesino, este columnista sólo hace un intento de pequeña provocación en busca de desacralizar algunas etiquetas eternas con las que se suelen vestir los hijos de Perón.

Un invento, mil intentos

Desde que yo era chico vengo escuchando eso de "los equipos técnicos peronistas". Los desempolvan cada vez que quieren demostrar que en el peronismo la democracia nace de las entrañas mismas de la tierra y que esos reclamos populares suben desde las bases hacia la dirigencia.

En realidad esos equipos suelen ser puro cotillón. Adorno sin sustento. Papel picado. Y no por los participantes, que van de corazón. Sino porque las medidas siempre las toman cuatro o cinco que son los primeros en hablar de la necesidad de los equipos técnicos, un invento para encandilar a la gilada. 

Expongo ejemplos

Cuando Menem fue candidato a presidente en 1989 los comités peronistas se llenaron de estos "equipos técnicos". Menem asumió e hizo todo lo contrario de lo que había prometido. Y todas las propuestas de los equipos técnicos armados a lo largo del país fueron ignoradas.

¿Usted cree, lector, que en alguno de esos equipos se propuso que Menem presidiera un gobierno inesperadamente (y guarangamente) liberal y que vendiera a precios viles todas las empresas del Estado sin verdadera  planificación y sin definir qué se iba a hacer con esa plata?

En ninguno de esos equipos pasó eso. Trabajaron al cuete y fueron ignorados. Sin embargo, el peronismo ancestral y terrenal alabó a Menem en público aunque lo insultara a voz baja.

Lo mismo pasó con el kirchnerismo, diríase que agravado. A nadie nos pueden mentir diciéndonos que Cristina libró la guerra contra el campo o que pergeñó el increíble memoradum con Irán, con el que se exculpó a los autores de la masacre de la AMIA, bajo sugerencia de algún equipo técnico. Fueron errores garrafales de ella.

La advertencia de Perón

En palabras del propio Perón, cuando en la política se quiere desviar la atención, ganar tiempo, o hacer como que se están buscando soluciones, se crea "una  comisión" cuyo fin será diluir o empantanar las soluciones 

En una reciente reunión de ese tipo en Mendoza, Anabel Fernández Sagasti, la  candidata a gobernadora del Frente Elegí, nombre de fantasía para no decir kirchnerismo, aseguró que con esa fuerza genuina recibida de la militancia "vamos a dejar la vida para que Mendoza vuelva a ser protagonista".

 Embed      

¿Hay necesidad de ese tono melodramático y en el que se evoca el sacrificio político mediante la muerte?

En los años '70 los montoneros y el PJ de izquierda proponían la lucha armada y dejar la vida si era necesario. Con ese antecedente macabro del setentismo, ¿quién cree en estas épocas  que es imprescindible morir para cumplir con un deseo político y máxime en una democracia?

¿Usted cree, lector, que en caso de que Cristina y Anabel sean gobierno, la gobernadora mendocina atenderá las sugerencias de los equipos técnicos con los que se juntó en El Challao o se cuadrará ante lo que le ordene su jefa política?  

Final y telón

El historiador, ensayista y académico italiano Loris Zanatta, uno de los europeos que más ha estudiado al peronismo, afirma que "el peronismo es un partido que se cree iglesia", de allí los problemas que aún tiene para asumirse como un partido moderno, republicano, inteligentemente social.

Ya que empezamos citando la terrible frase de Göring, me gustaría concluir con el texto de un graffiti que en los años '80 apareció en las paredes del metro de Londres.

Decía así: "Cuando oigo la palabra revólver, desenfundo mi cultura". 

 

Temas relacionados: