Con el paso de los largos días desde que se tomó la primera medida antipandemia, y al ritmo de la aceleración de los contagios, se evidencia el desconcierto de la población:

“Están ocultando las cifras, están tapando lo que pasa, no quieren decirlo”. “Están exagerando los datos para meternos miedo”

"Liberan todo cuando llega lo peor, tendrían que cuidarnos más”. “Cercenan las libertades, buscan un Estado gendarme para manejarnos la vida".

"Están entregados al mercado, abren las actividades irresponsablemente”. “Están matando la economía, tendrían que habilitar más"

"El gobierno tiene que ejercer más control para que no se desmadre”. “Basta de controles, nosotros sabemos cuidarnos”. “Controlen más a los camioneros que traen el virus”. “No usen a los camioneros de chivos expiatorios”.

"Hay que volver a Fase 1 y guardarnos hasta que pase todo”. “Hay que normalizar y convivir con la pandemia".

"Acá están haciendo las cosas bien. La gente cumple con el distanciamiento”. “Se les fue todo de las manos. A nadie le importa un carajo".

"Hay que poner más policías”. “No se puede distraer a tanta policía en esto”. “”Hay que cuidar a los que nos cuidan”. “Ni los médicos usan barbijo".

"La cuarentena tienen consenso”. “La gente está harta de encierro”. “Se cumple con todos los protocolos”. “No dan bola a nada".

"Economía o salud”. “Salud y economía”. “La situación está controlada”. “El virus está circulando”. “Basta de prohibiciones”. “Quedate en casa”. “Un gran esfuerzo para nada”. “Se logró preparar el sistema de salud".

“Todos los años hay muertes por gripe”. “Sin estas medidas sería un desastre”. "Gracias a la ciencia”. “Infectadura"

"Debe ser obligatorio. Debe ser voluntario".

Diversos factores inciden en las posiciones contradictorias crecientes en la población. La extensión del tiempo de las restricciones para cuidar la salud impacta económica, social y emocionalmente. Pero al mismo tiempo el virus sigue acechando.

La percepción de que ciertas medidas no han sido eficaces, a la par de marchas y contramarchas en algunas de ellas, va relajando la confianza en el sistema decisor. 

Pero también debe entenderse que no existe una fórmula mágica oficial capaz de brindarnos una solución para todo. Basta con hacer una recorrida en la paleta variopinta de medidas que se están adoptando en distintas provincias en relación con el Día del Amigo para concluir que no hay una herramienta única a mano.

Un baño de realidad

El Ministerio de Salud ya admite que el virus está circulando y no se remite sólo a casos o aglomerados puntuales. La duplicación de casos de Covid-19 se ha achicado en número de días dramáticamente en la Provincia.

Si bien las autoridades de Salud continúan acentuando los testeos, con la estrategia de aislamiento cuando resulta necesario, cada vez se hace más difícil la detección de los nexos epidemiológicos. A la par se van evidenciando las situaciones de falencias en algunos procedimientos relacionados con diagnósticos tempranos.

La ministra Ana Nadal afirmó que hay disponibles 330 camas con respiradores, hasta el momento se está ocupando el 45 por ciento de camas de terapia intensiva y el 60 por ciento de camas comunes por todo tipo de necesidades de internación. Pero anunció que se restringirán nuevamente cirugías programadas y otros tratamientos que no respondan a urgencias o emergencias para distender el sistema.

Evidentemente, estamos atravesando el momento más crítico desde que se desató la pandemia y, según la tendencia de diversos indicadores, todavía no ha llegado lo peor.

El rol del Estado

Cabe preguntarse cuánto más se puede esperar de las decisiones gubernamentales. Entre restringir o abrir, prohibir y liberar, y sus términos medios, se encuentra una sociedad que debe ser capaz de autogestionarse preventivamente. El Gobierno debe decidir con el mejor asesoramiento y diálogo con los sectores y especialistas, establecer protocolos y controles. A su vez, preparar y gestionar el sistema de salud y promover campañas de concientización.

Sin embargo, la última palabra la tenemos quienes actuamos y vivimos cotidianamente. Sin conducta individual y social todo será en vano. Es clave si guardamos o no el distanciamiento recomendado, si usamos correctamente el tapabocas, si atendemos la higiene, si cumplimos con los protocolos. O si pensamos que una autoridad tiene que hacerse cargo de lavarnos las manos.

En esta etapa, cuando es más difícil volver atrás hacia un confinamiento estricto y obligatorio, más que nunca se hace imperiosa la prevención social.

Que el Día del Amigo implique un cuidado mutuo, entendiendo que el otro soy yo. Autocontrol, cuidar y cuidarnos para no convertirnos en enemigos íntimos.