Juan Pablo González
Más que vencer a un rival, en este caso a Belgrano de Córdoba, el Tomba no pudo vulnerar el estilo superconservador de juego del equipo del fútbol argentino que mejor interpreta el viejo catenaccio (“cerrojo”, en italiano; una táctica netamente defensiva, de la escuela italiana, ideada por Nereo Rocco).
Un rival que comenzó a trabajar el partido a partir de un grosero y llamativo error del arquero Jorge Carranza en los primeros minutos del partido. Hasta se podría sostener que por ahí pasó la clave del empate, porque a partir de allí todo le costó el doble a Godoy Cruz. En contraposición, a su rival le quedó el partido ideal.
Con el gol celeste, el Tomba despertó y comenzó a pelotear hasta convertirlo en figura al arquero Juan Carlos Olave. Fueron los mejores momentos del partido, cuando el Bodeguero metió a Belgrano contra su arco y le creó al menos cinco situaciones netas para llegar al empate.
A fuerza de pelotas aéreas, el Expreso creó muchas situaciones para alcanzar la igualdad, que no llegó recién hasta el complemento.
Aunque jugó con tres delanteros, los locales nunca pudieron abrir la cancha. Al no estar Facundo Castillón, que es el hombre encargado de abrir las defensas con sus desbordes, no hubo quien hiciera la tarea del viejo wing, esa clase de jugador que casi no se ve en el fútbol moderno pero que garantiza las filtraciones defensivas.
De los tres hombres de arriba, fue Jonathan Ramis el encargado de tirarse un poco mas atrás. Pero, al no ser un enlace natural, el delantero uruguayo se creó para sí mismo las chances de gol.
Por eso, ni a Mauro Óbolo ni a debutante –desde el inicio– Cristian García les llegó limpia. Aunque se esforzó y puso mucha voluntad, el sanrafaelino tuvo dos situaciones y no pudo convertir: en una se enredó y cayó al piso cuando estaba mano a mano, y en la otra, Olave le ahogó el grito de gol.
En el complemento, Godoy Cruz trató de ser más prolijo en la elaboración de las jugadas, pero siempre chocó con el paredón cordobés. También tuvo fortuna: antes de que Sigali alcanzara el empate, Carranza se redimió de su yerro al sacarle dos al Picante Pereyra.
El ingreso de Juan Fernando Garro brindó la bocanada de aire fresco que la ofensiva había perdido. La joven promesa tombina leyó bien cómo había que hacer para entrarle al bloque que había armado Belgrano adelante de Olave.
En definitiva, y mas allá de no haber podido sumar de a tres, lo que se rescata es la intención del entrenador Martín Palermo de siempre apostar y nunca renunciar a poner en cancha a un equipo superofensivo.
Fuente: Diario UNO Mendoza