Jugado el primer partido en serio de la era de Jorge Sampaoli al frente de la selección, como fue el cotejo durísimo del jueves por la noche en la visita a Montevideo, con el resultado clavado en cero ante Uruguay, se puede hacer un balance de lo que ofreció el equipo, tanto desde lo individual como en el plano colectivo. En cuanto al funcionamiento hay muchísimo trabajo por delante, para llegar a ese conjunto ultraofensivo y con tenencia sostenida de la pelota que pretende el Zurdo. Y en referencia a las apuestas individuales, enmarcadas en el recambio que está en marcha, se puede abrir el crédito para que las soluciones aparezcan más temprano que tarde en este empinado camino a Rusia. El próximo capítulo es el martes por la noche, ante Venezuela, en el Monumental de Núñez. Ahí no queda otra que ganar para evitar que el pánico invada a la patria futbolera.

En cuanto a lo colectivo hay que decir que el Zurdo estrenó el sistema táctico 3-4-2-1, en un dibujo no habitual en los últimos tiempos de la selección albiceleste, ya que sus inmediatos antecesores, el Tata Martino y luego el Patón Bauza, no apostaron por defender con tres zagueros. Esta es toda una carta de intención del DT casildense para sumar a más soldados en campo ajeno en su misión de lastimar y agredir al rival con la pelota.

En líneas generales hay que decir que el tridente defensivo mostró grietas para cubrir el ancho del campo. En especial fue el astuto uruguayo Luis Suárez el que desnudó esos desacoples y falta de sincronización. Para ponerlo en nombres propios los más flojos fueron los stopper Mercado y Otamendi, que lucieron algo desconcertados en las pocas réplicas que los uruguayos ensayaron en velocidad y no entregaron garantías en los mano a mano.

Mientras que el líbero Federico Fazio, por tratarse de estar haciendo sus primeras armas en la selección y por la talla del partido, sacó un aprobado. Es más, Argentina necesitaba desde hace rato un zaguero gigante, que imponga presencia y que sea una especie de paraguas protector ante el asedio aéreo enemigo. Fazio es un nombre a tener presente para lo que viene.

En tanto, en la mitad de la cancha hubo dominio territorial, pero escasa sorpresa para acelerar en campo enemigo. Lucas Biglia no asumió ningún riesgo con la pelota cuando tuvo espacios para romper y jugó un partido apenas discreto. Y Guido Pizarro mostró buen dominio de balón, casi no erró pases y tuvo movilidad, aunque siempre haciendo algo previsibles las asistencias filtradas.

El gran problema del esquema que utilizó Sampaoli estuvo en las bandas. Porque ni Marcos Acuña, por la derecha, ni Angelito Di María, en la izquierda, pudieron perforar a la defensa charrúa. Y al no haber desborde ni centro atrás, Argentina debió atacar siempre de manera frontal y eso simplificó la tarea de la última línea uruguaya. Hubo floja performance por las bandas y así el equipo entró mansamente en el embudo del local.

Mientras que otra novedad de la era Sampaoli es la presencia de una especie de doble enganche, que conformaron Lionel Messi y Paulo Dybala. Nadie puede poner en duda la categoría del cordobés de la Juventus, pero ante Uruguay no logró encontrar el lugar donde recibir la pelota y poder encarar. Corrió mucho, pero generó poco en ofensiva.

Distinto fue el aporte de Leo, que a pesar de recibir siempre con dos o tres camisetas celestes encima, sí supo hacerse de la pelota y metió algunos destellos de aceleración vertical que pusieron en aprietos varias veces al local. El único encuentro efectivo entre la Pulga y Dybala fue en la etapa inicial, en una pared en velocidad, que Messi remató de cara al arco y tapó el arquero Muslera.

Está claro que este tándem tiene mucho para sincronizar en cuanto a los movimientos, ya que la técnica les sobra a ambos jugadores para compartir el terreno de juego. Pero deben conocerse más para dañar al adversario de manera insistente.

Mientras que el único faro de área fue Mauro Icardi, el rosarino elegido para tomar la posta de Gonzalo Higuaín, que no fue citado, y el Kun Agüero, que estuvo en el banco y no ingresó. El nueve del Inter lidió intensamente con los ásperos zagueros uruguayos, pero tocó muy poco la pelota. No fue asistido ni en cantidad ni en calidad. Por eso tiene el crédito abierto para lo que viene.

El desafío de Sampaoli será poder encontrar los caminos para que la pelota le llegue a Mauro limpia y por sorpresa. En eso debe trabajar mucho el DT de cara a Venezuela.

Justamente de cara al partido del martes ante los venezolanos no podrá estar Gabriel Mercado por haber llegado al límite de amarillas y habrá que ver si toma la posta Javier Mascherano. Mientras que estará en condiciones de reaparecer Ever Banega y todo indica que será de la partida. Por eso no hay que descartar retoques nominales más allá del obligado por la baja de Mercado.

La selección debe crecer en cuanto al juego. Pero en el fútbol no hay magia, hay trabajo. Y pretender que la idea absoluta de Sampaoli se plasme luego de un puñado de prácticas es temerario. Hoy el objetivo primordial es llegar al Mundial y restan tres fechas para conseguirlo.

Hay que mejorar para poder sumar la mayor cantidad de puntos. Luego habrá tiempo para exigir la sintonía fina en el funcionamiento del equipo.

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Al trote. Acuña, Messi, Pizarro, Biglia, Fazio e Icardi, quienes fueron titulares contra Uruguay, se entrenaron en forma liviana en el predio de Ezeiza. 
Al trote. Acuña, Messi, Pizarro, Biglia, Fazio e Icardi, quienes fueron titulares contra Uruguay, se entrenaron en forma liviana en el predio de Ezeiza. 
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