Luis fue en su juventud, antes de los 22 años, maestro de una escuelita de campo, donde tenía que llegar en sulky o a caballo, por lo intransitable de los caminos.
Proveniente de una numerosa familia de obreros, donde su padre rastreaba y luego perforaba pozos de agua para Vialidad Nacional en la aridez de su provincia, Galván supo lo que era ganar cada cosa a puro esfuerzo, como el hecho para poder estudiar hasta el nivel secundario contando las monedas.
Y a pura garra y esfuerzo supo destacarse en su primer equipo, Independiente de Fernández, para ir trascendiendo a Unión de Santiago, y luego, en 1970, llegar a un grande el Interior como Talleres de Córdoba.
De Talleres de Córdoba al mundo
A Córdoba fue pensando más en estudiar en la Universidad que en su gran pasión, el fútbol. Pero en la T descubrió que podía llegar lejos y de a poco se transformó en baluarte y amado por la hinchada.
En 1975 César Luis Menotti -el primero en poner la lupa en el futbol de las provincias- lo descubrió y supo que ese era el tipo de jugador que quería para armar la Selección argentina que jugaría en casa y soñaba con ganar su primer Mundial. Debutó con la celeste y blanca en 1975, y gracias su tesón y entrega, y en contra de las críticas del periodismo porteño, fue titular en la Copa Mundial de la FIFA de 1978, formando la pareja de centrales con Daniel Alberto Passarella.
Aquella final del Mundial 78 fue el momento más brillante de su carrera, donde su actuación mereció un 10 de clasificación. Según su compañero en aquella selección y en Talleres, el jujeño Daniel Ranita Valencia, a Galván "deberían haberle puesto un 100" por su actuación.
Luis Galván jugaría también el Mundial de España 1982. En nuestro país jugaría, tras irse de Talleres, en el cotizado Loma Negra de Amalita Fortabat, Belgrano de Córdoba y Central Norte de Salta. Luego emigraría al fútbol de Bolivia.
Antes de ser campeón mundial de fútbol, los argentinos ya estábamos en deuda con ese joven morocho maestrito que desandaba caminos intransitables para educar a los niños en los parajes más alejados. Adiós Campeón de la Vida.