El equipo de Florian Lippl (Universidad Ludwig Maximilians, Múnich) estudió el efecto de unasemana de vida a gran altura (2.650 metros) en 20 hombres obesos, de una edad promedio de 55,7 añosy de un índice de masa corporal promedio de 33,7. Esta experiencia no incluyó ningún otro cambio, ya fuera en materia de ejercicio físico o derégimen alimentario. Al terminar la semana en altitud, los investigadores observaron en los obesos una pérdida depeso, una disminución de la ingestión de alimentos y una mejoría de la tensión arterialsignificativas. Estos efectos permanecían cuatro semanas después del regreso a baja altura de las personasque participaron en esta experiencia. De acuerdo con los investigadores, la reducción de peso se debe fundamentalmente a un aumentode la tasa del metabolismo de base (que corresponde al gasto energético durante el descanso), yaobservado en altitud en los estudios precedentes, y a una reducción del consumo de alimentos. La pérdida del apetito es un síntoma común del mal de montaña, pero según losinvestigadores, también pueden haber intervenido otros factores, como la dinámica de grupo. Por otra parte, los investigadores constataron un aumento de la tasa de leptina, una hormonacuya acción provoca una disminución del apetito. El débil nivel de oxígeno a gran altura podríacausar ese incremento de la tasa de leptina.