"Haití no morirá, Haití no debe morir", dijo el presidente haitiano René Preval, vestido deblanco con un brazalete negro, en una de las varias ceremonias realizadas en Puerto Príncipe y lacual fue retransmitida por las radios y la cadena de televisión del país. El mandatario escuchó las declaraciones de los diferentes oradores, entre ellos elperiodista Marcus Garcia, que perdió a su esposa por el sismo. "Aquel 12 de enero la tierra tembló y Haití cayó al vacío..., pero somos un pueblo muyorgulloso y fuerte en la adversidad, que ha demostrado un gran sentido de la solidaridad co pocosmedios", dijo el director de Radio Mélodie FM. Cientos de miles de personas, la mayoría vestidas de blanco, se reunieron desde las 6H00 dela mañana (11H00 GMT) en la plaza de Champs-de-Mars, ubicada junto a las ruinas del PalacioPresidencial y cuyos alrededores albergan uno de los campos de refugiados más grandes de PuertoPríncipe. Para esta jornada de duelo nacional, el pueblo haitiano está invitado a participar enmúltiples ceremonias organizadas por distintas iglesias que abrieron sus templos temprano. Los que perdieron sus casas cerraron algunas calles y se reunieron a orar frente a un altarcasero. "Todas las religiones de Haití, desde el vudú, los católicos, los bautistas y losprotestantes, estamos reunidos aquí para rezar porque Haití ahora tiene riqueza espiritual en laeternidad", dijo un pastor en una tarima de Champs-de-Mars, ante una multitud que gritaba "aleluya"alzando las manos con fervor. Hombres, mujeres y niños lloraron cuando desde la tarima se recordó a todos aquellos que se"fueron a la eternidad" el 12 de enero, cuando un terremoto sorprendió a la población destrozandoen menos de un minuto la capital. Con los locales comerciales cerrados, la única actividad que seguía su curso el viernes erala distribución de comida por parte de la ONU con la ayuda de diversas ONG. Hombres con saco y corbata esperaban a las mujeres, que hacían cola para recoger los sacos de25 kg de arroz. Un mes después del terremoto, las necesidades más básicas de la población siguensiendo urgentes. "No tenemos ni agua", aseguró Carline Nazaire, de 27 años. "El pueblo será pobre pero el más rico del mundo en gracia y espiritualmente", agregó. "Hoy, tenemos muchos niños que han perdido a sus padres", dijo uno de los pastores mientras varios menores lloraban entre una multitud. En el centro de la ciudad, los militaresestadounidenses organizaban la seguridad para las ceremonias. En varios campos de refugiados se podía ver a hombres y mujeres bañándose con jarros alcostado de las carpas, y luego salir con su mejor ropa a caminar en familia para orar en grupo. En la calles de la capital haitiana devastada por el sismo, personas de todas las edadescaminaban en grupo, viajando en bus o taxis colectivos para trasladarse a los oficios religiosos. Algunas misas están programadas en las fosas comunes donde reposan miles de cuerpos, a lasafueras de la capital. En el medio de la plaza Saint-Pierre, en Pétion-Ville, en las colinas de Puerto Príncipe, unaorquesta acompañó los rezos de los cientos de refugiados en este lugar. Alzando los brazos alcielo, como signo de agradecimiento a una multitud que respondía a las plegarias de un pastorprotestante.