El artista Matjames Metson perdió todo con el huracán Katrina, quedó en bancarrota y a punto de ponerle fin a su vida pero un llamado lo salvó: era su hija, la misma a la que él había abandonado hace 16 años, cuando apenas era un bebé.
La historia fue contada por los propios Matjames Metson y Tyler Hurwitz a la BBC.
Matjames Metson tenía 16 años cuando conoció a quien sería la madre de su hija.
"Selanie entró en mi clase de historia estadounidense y me quedé impresionado. Pensé, 'Dios mío, ¿quién es? ¡Necesito saber quién es esa persona'!", recuerda.
Allí, en el sur de Francia donde su familia se instaló en Yellow Springs en Ohio, conoció a Selanie, que luego sería su primera novia.
"Tuvimos una relación durante varios años y luego terminó. Pero después tuvimos lo que ahora llaman 'un ligue' y Selanie quedó embarazada, pero ya no éramos una pareja", relata a la BBC.
Para ese entonces Matjames ya tenía 18 años pero no se sentía listo para convertirse en padre. "Estaba completamente aterrorizado. Puso mi mundo al revés. No tenía las facultades para lidiar con eso en ningún sentido. Era demasiado joven, demasiado ingenuo y no sabía qué hacer", se justifica.
Cuando nació Tyler, la pequeña, Matjames se reencontró con Selanie y pudo ver a su hija por primera vez.
"Sostuve a Tyler en mis brazos durante unos 30 segundos, más o menos. Y eso fue todo", dijo.
"A nivel emocional no la sentía como mi hija. Pero sabía que biológicamente estaba involucrado y pensé, 'Dios mío, esto es realmente duro. No sé cómo reaccionar ante esto. No sé que hacer'", y huyó.
Después de pasar algún tiempo en Montreal y Boston, Matjames se instaló en Nueva Orleans.
"Supongo que era un buen lugar para esconderse", dice pero no pudo escapar de él mismo y acabó con un colapso mental que hizo que lo internaran "por bastante tiempo".
Cuando fue dado de alta, su vida de artista comenzó a hacerse pública y empezó a tener cierto éxito.
Mientras tanto, su hija, Tyler Hurwitz, crecía en Yellow Springs con su madre, Selanie, que se había casado y ya tenía otra hija.
"Estaba tan rodeada de tantas personas, familiares y amigos, todo el tiempo, que creo que realmente no pensé en mi padre biológico", dice Tyler a la BBC.
"Nunca me preguntaba quién era mi padre, o dónde estaba, o por qué no estaba allí", recuerda.
En 2005, el huracán Katrina devastó Nueva Orleans, donde vivía Matjames. Cerca de 2.000 personas murieron, un millón fueron desplazadas y hubo un colapso aterrador de la ley y el orden.
"Fue una destrucción total", recuerda. "Si cierro los ojos todavía puedo verlo".
Él perdió casi todo, incluidas sus obras y su apartamento. Permanenció en la ruidad en ruinas con sus perros por 8 días hasta que por teléfono público pudo avisarle a su madre que estaba vivo y un amigo que le ayudó a trasladarse junto a Pikachu y a Pearl a Los Ángeles.
Se mudó a un departamento muy pequeño en una concurrida intersección en el distrito de Koreatown en Los Ángeles, con equipos de demolición trabajando por todas partes.
"Una vez que me mudé a este piso, literalmente derribaron todos los edificios que me rodeaban. Entonces, el pequeño edificio de cuatro pisos en el que estaba de pronto se llenó de ratones, cucarachas y drogadictos", cuenta.
"Alguien me dio un futón, tenía un pequeño televisor en blanco y negro y tal vez un par de camisetas y eso era todo", recuerda.
Encontró un empleo en otra parte de la ciudad pero tenía que pedir dinero para ir hasta allá.
El estrés postraumático del huracán lo afectó sustancialmente. Estaba "preparado para el final".
"Mi capacidad para la autoconservación se me estaba escapando, escapando, escapando y realmente no tenía a dónde ir, hasta la llamada telefónica que no solo me salvó la vida, sino que también me la cambió", recuerda.
Era Tyler, que entonces tenía 16 años.
La joven encontró el teléfono entre unos papeles que tenía en su habitación. En algún momento su madre se lo había dado por si quería contactar a su padre.
"¿Alguna vez has escuchado el nombre de Tyler?", le dijo ella.
"Tyler, he estado esperando esta llamada durante 16 años", le respondió él.
"Entonces le pregunté: '¿Me odias?'", recuerda Tyler.
"Le dije: 'Realmente no te odio. ¿Me odias a mí?'", cuenta Matjames. "Y ella dijo 'No'. Y ahí estaba, un artista traumatizado y confundido que no tenía nada que ofrecerle, pero hablamos de música y hablamos de esto y aquello".
Para Matjames, esa llamada fue salvadora.
"Realmente sentí que mi columna vertebral se enderezó y mis ojos se abrieron, dejé de mirar al suelo y comencé a decir: 'Bueno, aquí estoy en Los Ángeles, mi hija piensa que es increíble, ¿tal vez debería pensar que es increíble?'", cuenta.
Matjames comenzó a recuperarse después de esa llamada. Pudo mudarse a un departamento mejor y hasta abrió una nueva exhibición de su trabajo.
Tyler voló a Los Ángeles para encontrarse con él por primera vez.
Con los años, Matjames y Tyler hablaron mucho sobre por qué la dejó.
"Ella entiende por qué me tuve que ir", cuenta él.