La vida de Laura, una madre de 42 años, transcurría entre los carriles normales y rutinarios de cualquier persona que repartía sus responsabilidades y su dedicación entre el trabajo y la crianza familiar. Puede decirse que su marido, Alejandro Gil adscribía al mismo molde de vida. Pero ese 14 de abril marcó a fuego la bisagra que dividió sus vidas. Y nada volvió a hacer igual. El compromiso privado y hogareño dio lugar al compromiso público. Tan es así que Gil fundó una asociación de ayuda para las víctimas del delito.
Pese a todo, la justicia trajo algo de alivio para los deudos de Laura, ya que la Séptima Cámara del Crimen condenó en septiembre de 2008 a cárcel de por vida a los tres delincuentes implicados en el asesinato.
Para la justicia Javier "Siberiano" Romero (tenía 21 años cuando cometió el crimen, José "Caballito" Ramos (27) y Leonardo "Pendejo" Palacios (20) fueron los culpables de la muerte de Abonassar. Miles de personas había salido en la víspera de la sentencia a las calles del centro mendocino a reclamar justicia para Laura.
Uno de los delincuentes condenados, Palacios, murió poco después presuntamente cuando realizaba una conexión eléctrica clandestina en la cárcel. Esta muerte trajo algunas sospechas a la familia de Laura, quienes en su momento sospecharon de una ejecución interna en la cárcel de parte de sus cómplices del asalto, ya que en juicio oral había admitido que había participado del crimen de Abonassar, pero que él no había disparado.