El 14 de abril de 2007 Laura Abonassar regresaba a su casa junto a su hijo de 7 años. Tres delincuentes la abordaron y le dispararon varios tiros, uno de ellos en la cabeza. La mujer quedó agonizando en una acequia y murió tres días después. 

Se cumplen siete años de un aberrante crimen que conmocionó y revolucionó a toda Mendoza

Por UNO

Laura Abonassar iba a su casa junto a su pequeño hijo. Tal vez hablaban de lo que harían al llegar al bendito hogar. Tal vez planeaban algún juego. Tal vez preparaban una sorpresa para papá. Pero nada de eso ocurrió después.

La inseguridad en su expresión más hostil y siniestra le dio una dentellada a la vida de esta joven madre cuya vida agonizó hasta apagarse el 17 de abril de 2007. Precisamente hoy se cumplen siete años de aquel cruento crimen.

Los tres delincuentes bajaron al pequeño del auto, un peugeot 307, y lo tiraron encima de la moribunda madre. Luego huyeron con el vehículo.

La vida de Laura, una madre de 42 años, transcurría entre los carriles normales y rutinarios de cualquier persona que repartía sus responsabilidades y su dedicación entre el trabajo y la crianza familiar. Puede decirse que su marido, Alejandro Gil adscribía al mismo molde de vida. Pero ese 14 de abril marcó a fuego la bisagra que dividió sus vidas. Y nada volvió a hacer igual. El compromiso privado y hogareño dio lugar al compromiso público. Tan es así que Gil fundó una asociación de ayuda para las víctimas del delito.

Pese a todo, la justicia trajo algo de alivio para los deudos de Laura, ya que la Séptima Cámara del Crimen condenó en septiembre de 2008 a cárcel de por vida a los tres delincuentes implicados en el asesinato.

Para la justicia Javier "Siberiano" Romero (tenía 21 años cuando cometió el crimen, José "Caballito" Ramos (27) y Leonardo "Pendejo" Palacios (20) fueron los culpables de la muerte de Abonassar. Miles de personas había salido en la víspera de la sentencia a las calles del centro mendocino a reclamar justicia para Laura.

Uno de los delincuentes condenados, Palacios, murió poco después presuntamente cuando realizaba una conexión eléctrica clandestina en la cárcel. Esta muerte trajo algunas sospechas a la familia de Laura, quienes en su momento sospecharon de una ejecución interna en la cárcel de parte de sus cómplices del asalto, ya que en juicio oral había admitido que había participado del crimen de Abonassar, pero que él no había disparado.