Desde un primer momento se rumoreó entre los periodistas en aquellos años que Cristian Guardati, desaparecido a manos de la policía mendocina el 24 de mayo de 1992, fue a parar al cuadro 33 de los NN del cementerio de Capital.
Desde un primer momento se rumoreó entre los periodistas en aquellos años que Cristian Guardati, desaparecido a manos de la policía mendocina el 24 de mayo de 1992, fue a parar al cuadro 33 de los NN del cementerio de Capital.
A Guardati se lo vio por última vez en la madrugada de aquel día, a la salida de un baile de una casa del barrio La Estanzuela, cuando era detenido por un uniformado con el que al parecer había mantenido un cruce de palabras.
Tenía 21 años y nunca volvió a su casa hasta el día de hoy. Se dijo siempre que estuvo detenido en el destacamento del barrio, cuyo patio fue excavado buscando sus restos sin suerte alguna.
Su caso era un escándalo de grandes proporciones. En plena democracia, un joven sin antecedentes era detenido por la policía y nunca más aparecía.
Con los días, comenzó a correr el rumor de que lo habían matado y lo habían enterrado en el Cuadro 33.
Esa versión nunca se extinguió por completo a tal punto que en 2012, la fiscal especial Claudia Ríos, que heredó la investigación del paradero de Guardatt, ordenó excavaciones en el cementerio de Capital para buscar sus restos.
La magistrada hizo excavar en puntos precisos del Cuadro 34 y el Cuadro 33 a partir de un testimonio de identidad reservada de un hombre que recordó y declaró que en los días posteriores a la desaparición de Guardati, la policía llegó al lugar con el cuerpo de un joven, al que sepultó dejándole en claro que se retirara y no se metiera en lo que no tenía porqué saber.
Claramente, ese entierro relatado por el testigo, en el sector de los NN del cementerio, fue irregular.
Las excavaciones permitieron la exhumación de restos que fueron analizados por forenses pero los resultados finales fueron negativos.