"Todos sabemos qué está bien y qué está mal. El problema comienza cuando tratamos de justificarnos o de echarles la culpa a los demás", dice, mientras pone la púa sobre un long play de Miles Davis. Ha terminado una compleja semana como integrante del Ministerio Público y ahora, por más que el teléfono suene en un rato y deba volver a sumergirse en algún expediente, Oscar Sívori se da un tiempo para apartarse de las miserias y sumergirse en la música en la buhardilla de su casa. Ahora es Davis, después será John Coltrane, Pink Floyd...Es fiscal de cámara y también jefe de fiscales de la Tercera Circunscripción Judicial. Y recoge botellas de plástico de las acequias y canales, pinta la escuela de su hija con algún padre, se apasiona andando en bicicleta... Y fue peón de viña, disc jockey, canillita, mozo, conductor y operador del programa de radio más emblemático de la región... Oscar Sívori fue esta semana quien dio algunas respuestas sobre uno de los casos penales más impactantes de los últimos tiempos: el de un empleado de la Fiscalía de Santa Rosa que fue descubierto dentro de un auto en El Carrizal junto con dos niñas de 12 años, alcoholizadas y drogadas, teniendo sexo con una de ellas. A Sívori le tocó dar respuestas, hablar. Pero también es otras cosas, aquellas que lo ayudan "a conservar la esperanza", dice.Sostiene que él es el mismo de siempre, que conserva los mismos amigos de siempre, que hace las mismas cosas de siempre. Que es uno solo y que obra de la misma forma siendo fiscal o luchando contra la basura. Y su entorno, es decir casi todo San Martín, avala eso ya que lo conocen desde casi siempre.Pero este, su protagonismo de hoy, tiene que ver con su rol judicial y es necesario hablar de eso, por más que siga sonando Miles Davis en el tocadiscos."Más allá de los fundamentos técnicos, yo busco conocimiento práctico del caso. Yo busco el hecho y producir las pruebas que son determinantes", afirma, para resumir su postura integral como fiscal. "En las causas por delitos sexuales, por ejemplo, se producen pruebas periféricas que no tienen interés en el caso y muchas veces se investiga la historia de la víctima, que no tiene por qué ventilarse", subraya, ya que reconoce que una de las cosas que más le han impactado esta semana es que "haya surgido una campaña por las redes sociales en donde se difundieron fotos de estas niñas, haciendo comentarios sobre sus vidas privadas. Y nadie está habilitado para meterse en la vida privada de las personas. Se intenta justificar la comisión de un delito. Lo que está mal, está mal siempre", dice. "Es injustificable la necesidad de castigar a estas niñas. Hay que ser más cuidadoso, respetar más. Hay que tener mayor dignidad y mayor piedad para con los que cometen delito y especialmente con las víctimas".En la buhardilla de Sívori ahora suena Pink Floyd. En la biblioteca los libros de derecho parecen ladrillos... pero no.Locutor, magistrado y "ciudadano antiplástico"Nació en abril del '68, en Lomas de Zamora. "Mis padres se separaron por el '72 o '73 y mi madre y yo nos vinimos a Montecaseros". Su madre fue siempre obrera rural.Hizo la primaria en Montecaseros y el secundario en el Comercial de San Martín.En el '86 trabajó de cajero y en el '88 se inscribió en la UNCuyo, cuando todavía la facultad estaba en la calle San Martín. Al año la facultad se mudó al Parque, se le hacía muy difícil llegar y abandonó.Fue operador y locutor en radio Merlín y después comenzó a trabajar de disc jockey en un boliche muy conocido.A los 26 años se fue a estudiar derecho a Santa Fe. Allí fue lavacopas en un boliche durante la noche y durante el día vendía diarios. Además vendía monografías de derecho.Se recibió de abogado en marzo de 2000. Justo cinco años después de su llegada a Santa Fe.Durante ese tiempo de universitario militó en la izquierda pero, esencialmente, Sívori es un anarquista.Como abogado su primera actividad fue la defensor ad hoc. En ese tiempo su auto era un Citroën 2 CV, sin papeles.Concursó para ingresar a la Justicia un par de veces y llegó a ser designado fiscal de cámara en marzo de 2015.Está casado y tiene una hija, con la que "salimos a buscar espárragos por las acequias. A ella lo único que le quiero dejar es un mundo mejor, mis libros y mis discos".Apasionado del ciclismo, suele usar su bicicleta con frenos a varilla para ir a tribunales.Es fundador y principal integrante de Ciudadanos Antiplástico, un grupo de personas que se dedican a retirar botellas de plástico de los canales de riego.Hace poco, debido a que la escuela pública de su hija estaba necesitada de pintura, se organizó con otro padre para pintar al menos el aula donde recibe clases su hija, "para dar el ejemplo".
Lo dijo el magistrado al frente de la investigación del empleado judicial que fue descubierto en El Carrizal en situación de abusar de dos pequeñas de 12 años que habían sido drogadas