La cifra aumentó en los últimos años y cada vez son más grandes las necesidades. La comida ya ocupa el primer lugar.

El merendero Puentecitos recibe a 210 chicos de entre 45 días y 17 años

Por UNO

Adriana Reales es la directora del Centro Educativo Puentecitos, perteneciente a la Fundación Coloba, y desde hace 17 años trabaja en ese lugar, en el barrio Los Cerros, de Godoy Cruz, que funciona como merendero para pequeños desde los 45 días hasta los 17 años.

La docente explicó que allí funciona tanto un jardín maternal, como centro de apoyo educativo y talleres de capacitación. Sin embargo, dice que en el último tiempo, el servicio educativo se vio desplazado por la necesidad de satisfacer una necesidad básica de todos los que asisten, como es la alimentación.

"Estamos atendiendo alrededor de 210 personas con el servicio de alimentación, que incluye una vianda. Acá reciben desayuno, merienda de refuerzo y almuerzo. Los de la tarde, a la inversa, reciben almuerzo, refuerzo y mediatarde", explicó Adriana.

Dentro de esa cantidad de niños y adolescentes, que se incrementó en los últimos años, están incluidas personas tanto del barrio Los Cerros como de otros lindantes.

"Estamos recibiendo a más personas en este último tiempo respecto de años anteriores, donde rondaban las 180. Si bien no tenemos vacante para el servicio completo, los anotamos para el servicio de alimentación, porque vienen muchos chicos con bajo peso. Antes teníamos mucha actividad pedagógica y de capacitación, pero ahora es fundamentalmente por comida", agregó la docente.

Sin embargo, la comida no es la única necesidad que tienen los chicos que asisten a Puentecitos, ya que desde las últimas semanas empezó a sumarse otra, y es la de conseguir abrigo para combatir el frío.

"Un simple buzo ya no abriga, y es complicado conseguir cosas de lana o frazadas. Antes había conocidos que sabían que estábamos en esta tarea y que sin pedirlo, nos acercaban cosas que iban recolectando. Con esta situación está cada vez más difícil, a esta altura del año algo ya deberíamos tener", dijo Reales.

El problema es tan profundo que ya no lo pueden solucionar con trabajos manuales y caseros, implementando talleres o actividades para que las propias familias hagan frazadas, porque ni siquiera cuentan con materiales básicos para poder hacerlo.

"Acá ya vimos pasar a tres generaciones y hemos visto distintos procesos, pero la situación no cambia. Donde primero se ven las grietas o los quiebres es en los sectores más humildes. No queda otra que seguir adelante y no bajar los brazos, pero no sabemos hasta cuándo vamos a seguir, porque por más que la gente quiera ser solidaria, muchas veces no puede. Todo lo que hacemos o pedimos tiene un proceso muy largo", se lamentó Adriana.

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