Sergio Mosconi es referente en Cuyo en tomografía por emisión de positrones y tomografía computada, hace más de 10 años.

El mendocino que le abrió camino a la física médica en la provincia y el país

Por UNO

Es el único físico mendocino en la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN) y fue pionero en física médica en Mendoza y el país. Hace más de 10 años que Sergio Mosconi (47) es referente en Cuyo en cuanto a estudios PET y PET-CT se refiere (en inglés, tomografía por emisión de positrones y tomografía computada).

Mosconi es uno de los responsables de que Mendoza se transformara en la primera ciudad en contar con esta tecnología de diagnóstico en América Latina y en fabricar el compuesto radiactivo que permite realizar los estudios.

En febrero de 1992 el físico atómico llegó a FUESMEN y con un equipo reducido de científicos y médicos lograron instalar esta tecnología en la provincia después de años de arduo trabajo. Esto sucedió el mismo año que Mosconi egresó del Instituto Balseiro (Bariloche). “Tuve muchas ofertas laborales pero quería volver a Mendoza. En 1992 estaba justo empezando la Escuela de Medicina Nuclear y nos ofrecieron venir a trabajar acá a los egresados interesados en física médica. De física médica nuclear no había nada en Argentina en esa época, fuimos bastante pioneros en eso”, reconoció el científico.

Sergio Mosconi trabaja además para la Comisión Nacional de Energía Atómica, es docente en una maestría del Balseiro y en la carrera de Bioingeniería en la Universidad Nacional de San Juan.

–Si aquí no había formación, ¿dónde se instruyó?

–Mi especialidad es físico atómico pero luego me incliné a la física médica, para lo que tuve que ir a capacitarme a Alemania porque ahí no existía esa especialidad. Eso fue del '94 al '95. Fui al Centro de Investigaciones Nucleares Jülich.

–¿Cómo fueron sus comienzos como físico en Mendoza?

–Llegué a FUESMEN en febrero del '92, cuando aún no terminaban el edificio. Recién se empezaban a traer los primeros equipos. Si bien soy físico, acá hicimos de todo, instalamos los primeros sistemas de computadoras, los equipos, diseñamos cómo se realizan los estudios. Desde un principio todo fue desarrollado por un equipo de gente y muchos de ellos seguimos trabajando aquí.

–¿Por qué eligió esta profesión?

–Desde chico me incliné por las ciencias y específicamente por la física. Cuando estábamos en el secundario y nos hacían los tests vocacionales yo era un problema menos porque ya sabían lo que quería, estaba muy  definido (risas). Siempre me interesó investigar un poco más cómo funcionan las cosas, los porqués.

–¿Alguno de sus hijos se perfila por el mismo camino?

–Sí. Mi esposa es médica (especialista en cáncer) y mi hija (María del Huerto) quiere seguir los pasos de su madre. Mi hijo más chico (Bruno) quiere seguir los pasos del padre, pero es una versión mejorada (risas). Tiene  mucha facilidad para las matemáticas. Él quiere ser futbolista pero dice que cuando ya no pueda jugar más por la edad será científico.

–Usted trabaja con pacientes con enfermedades complejas o que pueden llegar a tenerlas, ¿cuál es su premisa en el trato con ellos?

–Mi profesión de físico puede pensarse como muy abstracta, fría. El hecho de que le esté aplicando la medicina y esté trabajando con pacientes le da una calidez que aparentemente nunca tiene. Desde que empecé a  trabajar en esto siempre estuve en contacto con el paciente tratando de respetarlo como persona, darle el mejor trato e intentar contenerlo. Muchas de las personas que vienen a realizar estos estudios no lo hacen porque  quieren sino, en general, porque lo necesitan y vienen padeciendo cierta enfermedad compleja desde todo punto de vista: familiar, económico... Entonces el respeto al paciente es fundamental y es algo que se aprende,  igual que la posibilidad de contenerlo.

–¿Le afecta desenvolverse en ese entorno?

–Choca, sobre todo con niños. A veces los pequeños vienen muy vapuleados, agredidos, y es difícil manejarlo. Uno trata de contenerlos y darles lo mejor en cuanto a calidez, en cuanto a realizar lo mejor posible la parte  técnica, siempre deseando que los resultados sean buenos. Es algo que se va aprendiendo. También hay en mí cierta predisposición a hacerlo. Dentro de la física médica hay quienes se dedican más a la parte instrumental y yo tengo más contacto con el paciente. Trato de darle a mi tarea la prioridad al paciente, hay otras cosas que se pueden postergar.

–Una teoría que se escucha en distintos ámbitos es que el cáncer no tiene cura porque los laboratorios no lo permiten. ¿Es así?

–No. El cáncer es una enfermedad compleja, en realidad no es una sola enfermedad y es difícil hablar de cáncer en general porque hay distintos tipos. No es lo mismo un cáncer de pulmón que un linfoma o un cáncer de  ovario. Muchos de esos casos se curan cuando se actúa a tiempo y debidamente. Hay otros que no responden a la terapia disponible pero no creo en eso de que no se logra una cura del cáncer porque los laboratorios no  quieren. En Argentina tenemos acceso a toda la terapia disponible. Antes la información llegaba más lenta y era menos accesible y ahora los médicos están actualizados y al día. A través de internet se actualizan sobre los  nuevos protocolos y drogas. Lo veo porque mi esposa es oncomatóloga.

Perfil del único físico mendocino en la FUESMEN

Nació el 26 de febrero de 1967 en Mendoza.

Familia Su esposa es Ana Aberastain y sus hijos María del Huerto (13) y Bruno (10).

Estudios Cursó el secundario en el Colegio Universitario Central (UNCuyo). Estudió física en San Luis y se graduó en el Instituto Balseiro, en Bariloche. Se especializó en física atómica y física médica en Europa. Cursó esta última en la ciudad de Jülich, en Alemania.

Carrera

Funciones.Trabaja para la Comisión Nacional de Energía Atómica y para la Fundación Escuela de Medicina Nuclear. También es profesor en una maestría del Balseiro que se cursa en Mendoza y en la carrera de Bioingeniería de la Universidad Nacional de San Juan.