Hace cinco meses, Luis apoyó a su hijo Renzo (21) en su proyecto de invertir el dinero que el joven había cobrado por un accidente –lo atropellaron y perdió movilidad en una pierna–, y ambos decidieron montar el minimarket con locutorio que atendía toda la familia en Cipolletti y Remedios de Escalada de Dorrego. De hecho, dos de sus cuatro hijos estaban al frente del negocio cuando irrumpieron los delincuentes.
“Cuando entraron estos pendejos, uno lo encañonó a mi sobrino y el otro empujó a mi sobrina (Gina, de 18), que se asustó y se arrodilló detrás de las piernas de su hermano. Ahí le quitaron el celular a ella. En ese momento, mi hermano corrió por detrás del mostrador, le pegó una piña a uno de los ladrones y lo tiró contra una heladera. Después agarró un envase y quiso dar un paso para amenazarlo con la botella. Ahí mi sobrino le gritó ‘papá, dejalo, si ya se llevaron lo que quieren, dejalo que tiene un arma’, y en ese segundo uno se dio vuelta, le disparó dos veces y lo dejó tendido ahí, porque un tiro le dio en el corazón. Todo lo presenció también una clienta que estaba en el locutorio que, al verlos entrar, se agachó”, le contó a Diario UNO todavía con la voz entrecortada por el dolor, Carlos Berardy, hermano del comerciante asesinado, desde su casa de Los Corralitos.
Tras los disparos, los asaltantes salieron corriendo del negocio, ante los gritos desesperados de los hijos del comerciante, que pedían auxilio. A esa hora, Berardy ya había muerto, porque el disparo que le impactó sobre la tetilla izquierda le había alcanzado el corazón. El segundo tiro le había impactado en el antebrazo derecho.
Un par de horas después, mientras los vecinos descargaban su furia contra todo policía que se acercase al local, surgieron un par de versiones que habrían apuntado a dos jóvenes que vivían a escasas cuadras de allí.
En ese momento, el fiscal de Delitos Complejos Santiago Garay entendió que era necesario allanar las viviendas señaladas, y el juez de Garantías David Mangiafico, que también había llegado al lugar, aprobó la medida. Así se detuvo a dos jóvenes, de 24 y 26 años, uno de los cuales viviría a dos cuadras del negocio asaltado. Al parecer, los detenidos –ambos con antecedentes policiales recientes– cumplirían con la descripción física de los asaltantes que habrían hecho los hijos de Berardy, pero a ellos no se les secuestró ni el celular robado ni el arma que se habría usado en el crimen. Por ende, la situación de ambos podría definirse cuando se realice la rueda de reconocimiento.
En principio los investigadores creen que se trataría de un revólver de calibre pequeño, que podría ser 22 o 32, ya que en la escena del crimen los peritos de Policía Científica no encontraron vainas servidas que pudieran indicar que podrían haber usado una pistola. Ayer, con la luz del día, se hizo una segunda revisión del negocio y tampoco aparecieron vainas.
Si bien en principio se dijo que los asaltantes se habían llevado sólo el celular de la hija de Berardy, ayer trascendió que también se habrían apoderado de algo de dinero de la recaudación, aunque no trascendió el monto con el que se alzaron. Sin embargo, al momento en que se realizaron las pericias en el negocio, en la caja habían quedado unos $1.000.
En tanto, en la siesta de ayer los profesionales del Cuerpo Médico Forense concluyeron la autopsia y las pericias necesarias para poder entregarle los restos de Berardy a su familia. Los dolidos hijos, la esposa y sus hermanos decidieron velarlo en la casa que la familia tiene en Los Corralitos, donde viven también los hermanos de la víctima.
Por la tarde la familia decidió despedirse en silencio y evitó tomar contacto con la prensa.