Todos sabemos que los saludos por las fiestas de Navidad y Año Nuevo son más una cuestión de rigor que de verdadero sentir. En sociedades cristianas y consumistas como la nuestra, más allá de que emisores y destinatarios sean o no creyentes, se imponen cual regla de etiqueta los mensajes y deseos de buenos augurios para estas fechas que corren.
Generalmente son frases hechas que abrevan en conceptos más o menos universales -como la paz, el amor, la prosperidad, la unión-, que de tan globales pierden el sentido. Mensajes en los que nadie suele detenerse mucho a pensar, ya que la mayoría entiende que responden a códigos de urbanidad más que a sentimientos honestos, excepto contadas ocasiones, por supuesto.
De todas maneras, hay veces en las que incluso las frases hechas y los saludos de rigor deberían emitirse con algo más de tacto y cuidado, sobre todo cuando los emisores son personas públicas y con una influencia directa en la vida cotidiana de un país.
Cuando quienes abogan por la paz, el amor y la tolerancia son funcionarios de un gobierno que una semana antes de la Navidad ordenó una salvaje represión hacia ciudadanos -más allá de que nada justifica el accionar de una minoría violenta y, mucho menos, el de agentes infiltrados-, el mensaje deja de ser un deseo vago para convertirse en un chiste esquizoide, una chispa que encienden aquellos que quieren ver el mundo arder.
"El Niño Dios nos bendiga arrancando la violencia de los corazones y nos traiga la paz", tuiteó la diputada oficialista Elisa Carrió, luego de que la gestión de la que forma parte avanzara sobre la multitud a fuerza de balas de goma, gas lacrimógeno, golpes y carros hidrantes.
"Una vez más, en esta Nochebuena, renovemos nuestra esperanza en la construcción de un país para todos. Con paz, justicia social y prosperidad", deseó Daniel Scioli, el gran ausente en la sesión por la reforma jubilatoria y que decidió no difundir ninguna posición pública sobre la cuestión en las redes sociales, a pesar de que se trata de un tema de gran sensibilidad e impacto en las clases menos pudientes, a las que -como peronista- debiera representar.
"¡Feliz Navidad! Les deseo de todo corazón, que tengan unas Felices Fiestas junto a sus seres queridos. Un abrazo especial a todos aquellos que hoy están trabajando por la seguridad de los argentinos", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, responsable -en su calidad de funcionaria de primera línea- del asesinato de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel a manos de Gendarmería.
"Les deseo paz, armonía, más comprensión y solidaridad. La vida no es para transcurrir o sembrar odio, hay cientos de miles de argentinos que aún no ven la luz hacia la igualdad", manifestó el diputado por la UCR-Cambiemos de Córdoba, Mario Negri, quien justificó el accionar violento de la Policía contra diputados de la oposición diciendo que esto últimos "agitaban".
"Es un momento para mirarnos a los ojos y desear que a todos nos vaya bien", deseó el gobernador Gustavo Bordet, quien decidió apartar la mirada de los actuales y futuros jubilados entrerrianos y "aconsejar" a los legisladores de la provincia que acompañen la polémica medida y demás acuerdos fiscales que impulsó el gobierno nacional.
Por último, pero no menos importante, se destaca el saludo del presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, quien a través de las redes sociales difundió un tierno mensaje contando que había recibido "lindos regalitos" y que se había atragantado con turrón en Nochebuena, para luego señalar: "Este fin de año nos encuentra un poco mejor que el año pasado" y planteó: "Entre todos vamos a lograr que el fin del año que viene sea aún mejor". Paradójicamente, las medidas salariales y fiscales que viene impulsando desde hace dos años van a contramano de sus buenos y sentidos augurios de rigor.