Solo en la Argentina se permite minimizar el tan mentado delito de la corrupción. Lamentablemente, se hizo carne el "roban pero hacen", y así nos va. ¿Cuánta plata se llevaron los políticos de todos los partidos que no realizaron los hospitales, las rutas, las escuelas; o las obras básicas como cloacas, calles, veredas, luminarias, centros de salud para tratar de sacar de la pobreza e indigencia a buena parte de la población?
Ayer se condenó a la pena de 9 años y medio, en Brasil, al expresidente Luiz Inacio "Lula" Da Silva (foto), a quien se lo encontró culpable de los delitos de Corrupción y de Lavado de dinero. Para algunos que justifican la corrupción, la tratan de aceptar con esta fundamentación: "Brasil en el proceso que Lula fue presidente creció económica y financieramente; hizo disminuir el número de pobres a los que les dio más derechos y beneficios". Ante esto, todo se permite, incluso que empresas les transfieran dineros en tremendos casos de sobornos que rozan a las anteriores y actuales autoridades del vecino país, incluso aparecen empresarios y dirigentes políticos de la Argentina.
¿Cuál es la diferencia para que se castigue por aquellos lados a los corruptos y en la Argentina se los proteja o se los tenga a las vueltas con las causas? La justicia, donde hay un nivel de dependencia de los jueces con el poder político y las pocas ganas en reformar la legislación para sancionar con mayor severidad a los que "meten las manos en la lata estando en el Estado".
Hoy, en la Argentina ser acusado de corrupto prácticamente es gratis. No solo porque las causas duran años, sino porque son contados con los dedos los que han ido presos por utilizar el Estado como un botín. Acá, en este país, tenemos un diputado nacional como Julio De Vido que tiene 123 causas por delitos de corrupción, y por los vericuetos legales, sus fueros parlamentarios, no puede ser llevado a juicio y mucho menos detenido.
Acá el kirchnerismo tiene mucho para explicar, como por qué en la época de mayores ingresos al país dejó una Nación con el 30% de pobres y una idea de que cada cosa que hizo fue bajo severas sospechas de retornos, sobornos y otros hechos de corrupción. Hay mucho para decir, pero desde Cristina a Boudou, López, Jaime y muchos otros, tienen en las espaldas la acusación de corruptos. Y hoy se los ve caminando las calles, tratando de juntar votos.
Del otro lado, no hay muchos cambios. El presidente Macri acusado por cuentas muy raras en el exterior; sus ministros enroscados con las empresas desde las cuales desembarcaron en el Estado, y familiares enredados en los casos más complejos de sobornos en los últimos años.
Cómo se podrá salir adelante en un país donde se tolera la corrupción, el soborno y a la idea del que hace algo en el Estado, siempre, pero siempre es a cambio de algo o de quedarse con algo.