Análisis y opinión

¿Guzmán le está tomando el gustito al juego político y a las tramoyas del poder?

Al ministro de Economía, Martín Guzmán, le reclaman desde el kirchnerismo que "deje de amarretear" plata del Estado y que "se allane" a lo que dice Cristina

Martín Guzmán nació durante el año de la Guerra de las Malvinas. En unos días celebrará 39 años y, si dura en ese cargo, en diciembre completará dos años como ministro de Economía de Alberto y Cristina, con todo lo que conlleva trabajar para ese doble comando. Al igual que la Vicepresidenta, el ministro de Economía, nació en La Plata, un nombre que parece haber sido una premonición para ambos. Money, money.

Es hijo de un profesor de tenis, de quien aprendió a manejar con habilidad la raqueta. Dicen que juega bien al fútbol. Es hincha de Gimnasia, que nunca ganó un campeonato. Lo mentan también como buen ajedrecista, pero fue más aplicado para los estudios. Aparenta ser tranquilo, pero ya se sabe que los tranquilos suelen llevar la procesión por dentro.

Poco y nada se conoce de su vida privada, pero sí que en los años que vivió en Estados Unidos tuvo una novia rumana y que ahora debe lidiar con la la búlgara Kristalina Georgieva, titular del FMI, quien está en serios problemas por haber sido denunciada de favoritismo hacia China cuando ocupaba un alto puesto en el Banco Mundial.

El doctor

Obtuvo la licenciatura en Economía en la Universidad platense, se doctoró primero en la Brown University y luego hizo un posdoctorado en la de Columbia, ambas del imperio. Esta última fase fue bajo el patrocinio del premio Nobel Joseph Stiglitz, una de cuyas especialidades es el tratamiento de las deudas soberanas de las naciones desde una perspectiva más abarcativa y que no tenga sólo en cuenta a los acreedores sino a la gente de carne y hueso de esos países deudores.

Guzmán viene negociando la deuda, pero todos los días le recuerdan que Cristina, La Cámpora y Kicillof quieren patear todo para adelante. Estos exigen 20 años de plazo para pagarla. El platense estudia otras variantes que permitan negociar desde posiciones menos extremas. Para ello el ministro pretende bajar el déficit. Cristina, en cambio, le exige gastar y no ajustar, máxime después de la derrota oficialista de las PASO. Él asegura haber bajado el déficit sin ajuste. Y ahí estamos, por acordar y no.

El camporista Andrés "El Cuervo" Larroque le ha explicado a Guzmán que "no podemos amarretear" plata del Estado. Nada de cuidar el déficit. "Más allá de las nomenclaturas que se elijan (le ha explicado Larroque al doctor) no estamos en un contexto que permita amarretear. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles ante la necesidad de la gente". Pregunta: ¿La gente quién vendría a ser? ¿El oficialismo gobernante que perdió las PASO?

Pibe, te tenés que allanar

Tanto en el círculo rojo empresarial como entre los votantes más independientes creen ver todavía en el ministro platense rasgos de sensatez que no suelen ser usuales en la Casa Rosada. Le reconocen haber mantenido cierta cordura en medio de los tramos más conflictivos de esta gestión.

Otros analistas manifiestan que les gustaría ver a este ministro de Economía con más peso específico dentro del gabinete para que no siga siendo blanco de ataques continuos del kirchnerismo, como los de la diputada ultra Fernanda Vallejos, que exigió que Guzmán debía "allanarse" a todo lo que le pidiera Cristina y dejarse de joder.

Larroque fue excesivamente claro cuando le reclamó a Guzmán, como si fuera su empleado, "dejar de lado tecnicismos de carácter académico para poder avanzar y dejar atrás ese tipo de falsas discusiones que nos muestran frente a la sociedad enredados en debates que no terminan decantando en lo que nos está pidiendo la gente".

En este caso "la gente" debe leerse como "lo que está ordenando Cristina".

Dos visiones

Otros temen que el muchacho que trajinó los claustros de la Universidad de Columbia le esté tomando el gustito al juego político y a las tramoyas del poder y que eso le esté quitando seriedad a la sanidad financiera que necesita la situación argentina.

Ocurre que quien maneja los resortes técnicos de la ciencia económica necesita también tener poder político para no morir en el intento, pero con el peligro siempre latente de que ese poder político se lo fagocite. Sin embargo, para que en la práctica se den estos supuestos, debe existir una conexión especial entre el presidente de un país y el ministro que ejecuta las políticas económicas. Y aquí hay un ministro y dos visiones presidenciales.

Se lo acusa a diario a Guzmán de no tener todavía un plan económico para generar algún tipo de confianza ante el mundo. Alberto llegó a decir en medio de lo peor de la pandemia que no era necesario tenerlo, que el plan es el presupuesto de cada año. ¿Y el mediano plazo y el largo plazo?

Vos, afuera

Insisten en afirmar que el extremismo kirchnerista quiere a Guzmán fuera del gobierno apenas concluyan las elecciones del 14 de noviembre, cualquiera fuere el resultado. Esa fecha, para la que falta un mes y medio, es, en un país previsible, ahí nomás. Acá, no. Las cosas que pueden pasar en 45 días en la Argentina son inimaginables.

Cuentan algunos amigos del ministro que cuando Guzmán preparaba el doctorado en la Brown University solía jugar seguido al rugby. Como Messi, a quien no le gusta que lo saquen antes que termine el match, el hoy ministro sufrió una lesión seria en un brazo, pero, terco, no dijo nada y siguió en la cancha. Solo al terminar el partido acudió rápido a un médico. Tenía, en efecto, una quebradura.