El público adolescente, muchos años relegado por la literatura y el cine, mostró que su interés puede generar millones de lectores y espectadores y, por supuesto, de dólares. Prueba de ello fue la exitosa saga literaria Crepúsculo, de la autora estadounidense Stephenie Meyer, que se llevó a la pantalla grande con idéntico éxito.
Ahora las series han dado cuenta de lo redituable que es este público y series como Stranger Things o Dark han demostrado que además pueden realizarse productos de calidad.
A esta corriente podemos sumarle The Innocents, serie británica creada por Hania Elkington y Simon Duric, estrenada el 24 de agosto por Netflix, donde los protagonistas son June (Sorcha Groundsell) y Harry (Percelle Ascott), dos adolescentes enamorados que huyen de sus hogares para empezar una nueva vida juntos.
La huida de los jóvenes se ve impulsada sobre todo porque el padre de June planea llevarla a vivir a una alejada isla de Escocia y eso supondría la separación de la pareja. Pero el viaje que iba a ser un nuevo inicio se convierte en una pesadilla cuando June y Harry descubren que ella tiene la capacidad de convertirse en otra persona. Con sólo tener contacto piel a piel, muta en un ser idéntico al que tocado, quien queda en estado de coma hasta que June vuelve a ser ella misma.
A medida que esta capacidad se revela y van conociendo más acerca de este fenómeno, June sabrá que la madre que hace años se fue de casa era como ella, "mutante" y que ha heredado de su madre esta capacidad.
Mezcla de ciencia ficción y drama adolescente, la serie arranca de manera prometedora, pero se pierde al no saber explotar lo diferencial de la historia -la capacidad de mutar que sólo algunas mujeres en el mundo poseen- para caer en lo más trillado, que es mostrar los obstáculos y pruebas que la joven pareja tiene que enfrentar sin perder el amor entre ellos, en una versión moderna de Romeo y Julieta que termina aburriendo.
Quizá uno de los personajes más destacados (además de la pareja protagónica, que plasma con solvencia la pureza de ese primer amor) sea el del australiano Guy Pearce, quien interpreta a un médico que intenta encontrar un tratamiento para que algunas de estas mujeres pueden controlar su capacidad de mutar.
La serie, al naufragar entre la historia de amor y situaciones de suspenso que se extienden innecesariamente merced a un guión que no logra encontrar su rumbo, entretiene, pero no consigue despegar.