Hay momentos en que la vida da señales, sólo hay que saber verlas para no volver a caer en desgracia. Y si ese momento es el año 1975 en un pueblo de la Argentina, todo cambia de color.

Por allí pasa la historia de Rojo, la película de Benjamín Naishtat, que viene de cosechar tres premios en el prestigioso Festival de Cine de San Sebastián: mejor director, mejor fotografía y mejor actor protagónico. Darío Grandinetti, el intérprete que levantó la Concha de Plata en España por esta última distinción, habló sobre el clima de época del filme. Y en el marco de una charla distendida, Grandinetti trazó un inevitable paralelismo entre la omnipotencia del poder de aquellos años 70 y este presente político de la Argentina: "La derecha le tiene miedo al cine".

Darío Grandinetti encarna en Rojo a un abogado que chorrea poder e impunidad. Vive en un pueblo del interior, corre el año previo a la dictadura militar, y este doctorcito está metido en cuanto chanchullo ande dando vueltas, si es para perjudicar al que menos tiene, mucho mejor. Un día tiene una discusión con un tipo algo maleducado en un restaurante. El incidente parece terminar ahí, pero poco después un nuevo enfrentamiento con esa persona concluye en una tragedia.

De aquí en adelante, la película hace foco en un clima de época en el que la violencia política, que sería literal desde marzo del 1976, aparezca casi de soslayo en publicidades televisivas, en destratos domésticos, en rutinas familiares, en cierta superficialidad y obscenidad de la clase burguesa que, como bien dice el actor en esta entrevista fue el "caldo de cultivo" para lo grave que vino después.

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El actor, recién llegado de España, recordó con pesar aquellos años previos a la Dictadura y no pudo evitar asociarlo a ciertas estructuras de poder que atraviesan gobiernos década tras década. También fustigó al macrismo porque "quieren eliminar el Incaa" y anticipó: "Aquí ahora se llenan la boca del prestigio del cine argentino que gana premios, pero dentro de dos años no va a haber cine argentino en los festivales internacionales porque no se está filmando y el año que viene no se va a filmar".

-¿Qué sentiste al actuar en una trama tan perversa y que generacionalmente te tocó vivir de cerca?

-Cuando leí el guión me impresionó, ya se veía ese clima. Y con la película terminada te impacta más, porque ves esos comportamientos, la cosa tan poco clara y cuál de los personajes, todos sabíamos que estaba pasando algo y no sabíamos bien qué, esa sospecha de estar metido en algo que desconocías. Creo que está muy bien logrado desde la dirección.

-Esa mirada casi obscena sobre cierta omnipotencia del poder asusta por cómo estaba naturalizada en la sociedad en aquel año previo a la dictadura.

-Es que es eso. Y si uno quiere podés trazar un paralelo y decir que eso es caldo de cultivo de algo que se estaba armando. Y a lo que uno aspira es que la gente aprenda a estar atenta a esos movimientos, porque esas señales van a traer consecuencias de cosas mayores para todos. Yo aspiro a que se haga una lectura desde ese lugar para trazar paralelos con la actualidad, más allá de los valores cinematográficos de la película, de factura, de suspenso, de thriller, pero el marco en el que ocurre esa historia no hay que dejarlo de lado. Hasta hay un guiño al western en un momento.

-Hay una escena clave en la película que remite a "La Patagonia rebelde", en donde el protagonista mira a cámara como buscando una explicación a todo.

-Sí, sí, donde estoy, qué hice, ahora puedo todo, la impunidad, me importa tres carajos todo y me pongo la peluca y salgo a ver a mi hija en un espectáculo.

-Justo se da que Laura, tu hija en la vida real, también cumple ese rol en la película. ¿Cómo fue ser dos veces padre en una película tan especial como "Rojo"?

-Me gustó, yo ya había hecho teatro con ella y me gusta, pese a que no teníamos muchas escenas juntos, las pocas secuencias que hubo las disfruté. A mí me gusta verlos actuar a mis hijos, tanto a ella como a Juan, porque me gustan como actores. Me olvido, no está esa mirada del padre que se preocupa para que hagan las cosas bien, son buenos realmente.

-Además de la violencia moral también había una violencia literal, exponiendo armas desde la vida cotidiana hasta en las publicidades. ¿No era extraña la falta de reacción de la gente ante todo eso?

-Por todas esas cosas, por los símbolos y las cosas más concretas, que nos obliga a tomar conciencia, a ver mirá de dónde venimos y sobre todo a dónde no queremos volver. Digo esto a partir de algunas señales que se pueden ver y de ciertas cosas que se autorizan, que se premian, de violencia institucional. Es todo muy preocupante. Yo vengo de Europa, de España, y hay un giro al neofacismo muy preocupante. Y nosotros lo vemos acá al lado, en Brasil, es una cosa tremenda.

-¿El caso Bolsonaro en Brasil y la irrupción del macrismo en la Argentina no obliga a convocar a la memoria para recuperar ideales?

-Exactamente, exactamente.

-¿Desde un hecho cultural como el cine se puede interpelar a la gente para que decidan cambiar su voto?

-Yo creo que sí, por eso la derecha le tiene miedo al cine y a todo lo que tiene que ver con la cultura y la educación. No quieren cultura, entonces se corren de todo, acá quieren desaparecer el Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Ahora se llenan la boca del prestigio del cine argentino que gana premios, pero dentro de dos años no va a haber cine argentino en los festivales internacionales porque no se está filmando y el año que viene no se va a filmar. ¿Entonces si no se filma cuál película van a premiar, si van a filmar tres o cuatro películas por año? No va a haber películas con la cantidad que ha habido siempre en los festivales, ahora se estrenan las filmadas en 2016 y 2017, porque este año no se filmó. Creo que 2019 y 2020 van a ser lamentables e insisto quieren eliminar al Incaa, no lo dicen, pero lo quieren eliminar, lo sabemos.

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Protagonistas. Alfredo Castro junto a Darío Grandinetti.
Protagonistas. Alfredo Castro junto a Darío Grandinetti.
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Rojo. Dirigida por Naishtat. 
Rojo. Dirigida por Naishtat. 
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Protagonista. Darío Grandinetti se mete en la piel de un abogado omnipotente en Rojo. 
Protagonista. Darío Grandinetti se mete en la piel de un abogado omnipotente en Rojo. 

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