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Una vida humanamente digna para todos los habitantes de nuestro planeta es hoy insostenible. Por eso decimos que el mundo, tal y como lo conocemos y lo moldeamos, es hoy insostenible. ¿Qué pretendo decir? Para ser más explícito –según la forma en que los seres humanos, como especie “superior”, nos hemos organizado para crecer y desarrollarnos sobre nuestro maravilloso planeta- un 60% de los aproximadamente 7.300 millones de habitantes puede lograr y mantener superar un mínimo nivel de bienestar mientras el otro 40% sobrevive, si puede, en condiciones de pobreza o indigencia. Razones hay muchas, de carácter económico, social, ambiental, cultural, ético, etc. Todas ligadas a nuestra historia de conflictos entre nosotros y con nuestra extenuada anfitriona: la tierra y su generosa, aunque agotada, naturaleza.

Como resultado hemos generado una crisis social y ambiental sin precedentes. Esto ha desatado las más variadas reacciones: desde una absurda e ignorante negación de los efectos de nuestro impacto sobre el planeta, hasta muy esperanzadoras iniciativas, como la de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) del Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), suscripta por los representantes de 193 países. Éstos no sólo reconocieron que hemos cruzado irreversiblemente varios límites planetarios (como la pérdida de biodiversidad debida a la destrucción de ecosistemas, tal como está ocurriendo, por ejemplo, en el Amazonas) sino que propusieron objetivos, metas e indicadores para darle sentido a la esperanza mediante la acción coordinada de los países, las comunidades, las organizaciones públicas, privadas y de la Sociedad Civil, y las personas. ¿Cómo? Trabajando todos, racional y coordinadamente, para intentar revertir las tendencias planetarias negativas (como el calentamiento global, por ejemplo) antes del 2030.

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Imagino que después de esta introducción de “tintes culpógenos” y notas “pre apocalíticas” muchos pensarán que “no es para tanto”, o que, “al fin y al cabo en Argentina tenemos problemas más urgentes: la inflación, el dólar, las elecciones, la deuda, la grieta”…… y un largo etc. Además, si es un problema planetario, “que lo resuelvan los estadounidenses, los rusos y los chinos” porque los argentinos “parecemos ser de otro mundo” ¿No? “Ya contribuimos bastante con las huellas digitales, la birome, Favaloro, Maradona, el Papa y Messi”.

Sin embargo, conozco de primera mano, muchos compatriotas con una mirada inteligente, informada y solidaria que reconocen los desafíos que la realidad –en todas sus dimensiones- hoy nos impone. Provienen de los más diversos sectores de nuestra sociedad, trabajan en ámbitos muy variados. Sus vidas, oportunidades y experiencias son también significativamente distintas; algunas muy duras, otras más llevaderas. Pero todos comparten rasgos e ideales que podríamos describir como de una genuina argentinidad: la de nuestra esencia; la de los valores, los principios y el honor; la del cuidado de lo propio y de lo público; la del trabajo y la educación; la que prefiere la armonía al conflicto y construye puentes sobre las grietas y los abismos; la de los valores democráticos y republicanos. Estos argentinos son los custodios de la esperanza en los tiempos de crisis. Reconocen la importancia estratégica de los 17 ODS para el mundo y, muy especialmente, para nuestro país. Y, sin importar si trabajan en el sector público o en el privado, saben y participan del insustituible protagonismo de las organizaciones de la sociedad civil (OSC), trabajando en red, para alcanzar al menos algunas de las 249 ambiciosas metas que despliegan los ODS.

Complementariamente a la función del estado en nuestro país, allí donde hay pobreza y hambre (ODS 1 y 2) hay OSC asistiendo las necesidades los más vulnerables y llevando un plato lleno a sus mesas. Allí donde la salud y el bienestar no están al alcance de todos hay OSC alineando estrellas y galaxias para mejor la atención de quienes la necesitan. Allí donde la educación no tiene alcance o calidad suficientes (ODS 4) hay OSC trabajando por una educación de calidad que transforme las amenazas que se ciernen sobre nuestros jóvenes en oportunidades de verdadero progreso personal. Allí donde la desigualdad de género (ODS 5) impide el desarrollo de nuestras mujeres y niñas, o dónde la desigualdad e inequidad subyugan a los más débiles (ODS 10) hay OSC luchando por y con ellos. Allí donde el grito agónico de la madre tierra no es escuchado por quienes la maltratan (ODS 7, 12, 13, 14 y 15) hay OSC trabajando para lograr fuentes de energía no contaminantes, producción y consumo responsables, acciones por el clima, la vida submarina y los ecosistemas terrestres. Allí donde escasea el trabajo decente y el crecimiento económico (ODS 8) habrá un Arca surcando las aguas turbulentas con el empuje de una OSC trabajando colaborativamente por una economía social y solidaria.

En el marco de esta vocación de trabajar en red en forma eficiente y sinérgica desde Nuestra Mendoza (OSC que trabaja fundamentalmente por el ODS 16 Paz, Justicia e Instituciones sólidas) invitamos a participar en forma gratuita del octavo encuentro regional Organizaciones Sociales y Políticas Públicas que se desarrollará en la jornada preparatoria del Encuentro Mundial del Sistema B, el martes 10 de setiembre a las 9:00 en la Nave Cultural. De esta forma podremos contribuir a las metas de uno de los ODS más relevantes para potenciar nuestras acciones conjuntas: ODS 17 Alianzas para lograr los Objetivos.

Recordemos que cada crisis abre la puerta a una oportunidad. Los ODS son nuestra Gran Oportunidad. Es tiempo de trabajar en ellos, aquí y ahora.

Mg. Osvaldo ROBY
Director Académico de la Maestría en
Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible
de la Universidad Nacional de Cuyo
Cofundador y Director de VALOS y Nuestra Mendoza
Ex Presidente y Voluntario de la Fundación
Banco de Alimentos de Mendoza

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