Editorial aborto
Una alumna fue sancionada por no respetar las normas de convivencia relacionadas con la vestimenta.

Y todo por un corpiño

Por UNO

Gran revuelo mediático causó la sanción a una adolescente porteña por no llevar corpiño a la escuela. La chica asiste a una secundaria de la localidad de Villa Urquiza, en Buenos Aires, donde los directivos consideraron que estaba violando las normas de convivencia de esa institución.

Le aplicaron una observación, falta menor, por presentación y vestimenta. La respuesta fue un "corpiñazo" convocado por estudiantes y diversas organizaciones para repudiar el hecho.

"La cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de respeto que merezco" fue uno de los tantos carteles que aparecieron en las redes sociales en apoyo a esta joven alumna, quien ayer a la tarde asistió junto con su madre a un programa de televisión para contar su caso.

Allí se la vio con un pañuelo verde en su cuello, el símbolo de la campaña nacional que impulsa el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Justamente un grupo de chicas del colegio Martín Zapata también utilizaron esta prenda para asistir a clases, pero lejos de sancionarlas las autoridades llegaron a un acuerdo y les permitieron salirse de "las reglas", a pesar de que son estrictos en el cumplimiento del uniforme.

Desde la Dirección General de Escuelas explicaron que cada establecimiento fija sus pautas de convivencia junto con un consejo escolar, integrado por directores, profesores, preceptores, alumnos e incluso padres. A partir de esa instancia, todos deberán respetar lo acordado pero también podrán introducir cambios a lo largo del ciclo lectivo.

Los marcos de referencia de cada colegio están ajustados a su contexto y por ello algunos todavía prohíben el uso de celulares y otros los aceptan en las aulas con fines didácticos. También algunos acuerdan prendas básicas como jeans y remeras y otros establecen un equipo único para mujeres y varones.

Lo importante es el debate que se genera en la comunidad educativa, en el cual participan los propios estudiantes.

Por eso es inaceptable que en esta época -donde se promueven la inclusión, la igualdad de género y la diversidad sexual- se haga foco en la vestimenta o en el aspecto físico de una persona, como sucedió también en Buenos Aires con otra alumna que debió cambiarse de colegio por tener la mitad de su cabellera rapada y el pelo con mechones de colores. Tenía un excelente rendimiento escolar.