Editorial Dólar
Ganarle la pulseada al Central puede terminar pateando el tablero hacia donde casi todos perdemos.

El dólar y sus fantasmas

Por UNO

Otra vez esa pesadilla recurrente. Otra vez el dólar desbocado arremete con sus fantasmas contra los deseos, pronósticos y la necesidad de estabilidad económica y política. El jueves el Banco Central pareció tirar la toalla en la pelea que decidió dar en el mercado financiero para que la moneda de Estados Unidos no termine disparando, aún más, la inflación y evaporara las metas que se propusieron y luego corrigieron. Desde hace unos días el miedo a una corrida cambiaria, a otra hiperinflación viene dando vueltas, y desde el Gobierno saben que esta vez no se trata de pequeños inversionistas o de los ciudadanos de a pie intentando acaparar algunos dólares para salvar sus ahorros.

Desde algunos sectores de la economía salieron a decir que el tipo de cambio estaba excesivamente bajo para el productor y exportador o para los extranjeros que vienen a invertir en la Argentina. Especialistas financieros ligados a estos sectores buscaron dar tranquilidad y afirmaron que el Gobierno tomó las riendas con jugarse con el alza de tasas, lo que aumenta la recompensa en pesos. Asimismo reconocen que el mercado seguirá testeando al Banco Central de la República Argentina.

La venta de reservas y la suba de tasas no fueron suficientes, más allá de que el volumen operado por grandes financistas no fue mucho para el gran daño que causó.

Hay algunos insumos, como los combustibles, que están atados al dólar, hay otros tantos productos primarios y tecnológicos que llegan a la industria y al consumo también dolarizados. La ecuación es sencilla, la suba se termina trasladando a todos los precios y con ello la inflación no esperada, algo que en el país ya es archiconocido.

La estabilidad y la credibilidad son claves para el funcionamiento político. Argentina tiene uno de los índices inflacionarios más altos del mundo y ha sido esto, en sus momentos pico, lo que ha llevado a los acontecimientos más críticos, duros y tristes de nuestra historia.

Mientras unos juegan en el mercado, otros ven cómo se pone en riesgo la continuidad de sus compañías, sus negocios, sus empleos.

Ganarle la pulseada al Banco Central puede ser más que algunas ecuaciones económicas, puede terminar pateando el tablero hacia donde casi todos pueden perder.

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