Benito no es mío, y es mi amigo. Es blanco y tiene la nariz negra y húmeda. A él
no le importa mi color o que yo camine en dos. Es mi privilegio, su cariño incondicional. Benito es
un buen tipo y es un perrito. Siento vergüenza y repudio por el proyecto de matanza de perros del
Neuquén. Si la muerte es una inevitabilidad cósmica, la vida debiera serlo en primer lugar. Neuquén
pretende acostumbrarnos a tener a la muerte como alguna clase de impresentable alternativa que sólo
retrata la pobreza de ideas de sus incompetentes funcionarios. Recuerdo al maestro Fuentealba.
Ahora van por los perros. Como entonces, no voy a quedarme sin hacer nada, voy a rebelarme y a
tratar de impedir que los maten. No pienso hacer turismo en Neuquén, no voy a comprar nada de allí,
no voy a recomendar nada que proceda o se dirija hacia allí, ni de su gente, ni de sus empresas,
hasta que esto cambie. Voy a llamar por teléfono. Es mucho lo que puedo hacer, puedo influir. Para
nosotros dos la amistad es cosa seria. Y estoy seguro de que si las circunstancias de la vida
hubieran invertido lo que somos, Benito y yo seríamos los mismos amigos, pelota colorida de por
medio, y Benito hubiera escrito esta carta por mí.
Roberto Solazzo,