Desde que está detenido, Gil Pereg declaró por primera vez este martes, en el cierre del juicio en su contra por el doble crimen de las israelíes. Negó haber cometido el hecho y reiteró sus ideas delirantes sobre ser un gato.
Desde que está detenido, Gil Pereg declaró por primera vez este martes, en el cierre del juicio en su contra por el doble crimen de las israelíes. Negó haber cometido el hecho y reiteró sus ideas delirantes sobre ser un gato.
El imputado negó haber cometido el crimen de las israelíes y hasta dijo que Phyria Sarussi y Lily Pereg no han sido asesinadas. "Han secuestrado a mi madre y a mi tía. Mi madre me ve todas las noches y me está hablando. Me dice que está secuestrada y pide que vaya a salvarla", consideró.
"Es mentira que están muertas y que la encontraron en el terreno mío. Yo jamás vi un cuerpo. No sé dónde están. La Policía y la Fiscalía plantaron los cuerpos. En los allanamientos no encontraron nada y de repente cuando me detuvieron justo encontraron supuestamente los cuerpos", agregó el acusado, en un relato difícil de comprender debido a su balbuceos.
Mirando siempre al suelo y a veces alternado el foco de su vista con el agente penitenciario que le sostenía el micrófono, manifestó "yo no maté a nadie. Me culpan porque no vivo como en el mundo de ustedes. Mi madre es toda mi vida, jamás le pude hacer algo. Vivía gracias a ella porque me mandaba dinero".
De pie ante el jurado, con la misma remera roja que ha tenido puesta desde que comenzó el debate la semana pasada, Gil Pereg se refirió a sus ideas delirantes: "No puedo vivir en este mundo porque no puedo tener relaciones con nadie. Las únicas personas que han estado al lado mío han sido mi mamá y mi abuelo".
"Me costó mucho estudiar. Tengo todo, tengo paranoia. No puedo aceptar este mundo porque es muy feo. No quiero saber nada. Ver todo esto me hizo muy mal", agregó.
Gil Pereg narró que "he vivido en una burbuja cerrada. Después que abrí los ojos en la universidad fui al Ejército, vi lo malo que hacen y no pude aguantar. Después de eso estuve 8 meses encerrado en la habitación de la casa. Hasta que decidí convertirme en un gato y ahí nunca más. Andaba desnudo por la calle y marcaba territorio. Perdí el control de mi cuerpo entonces hablé con mi madre y decidí escapar".
Sobre su llegada a Argentina, Gil Pereg recordó que llegó a Buenos Aires "sin tener nada". Luego arribó a San Martín donde se sintió "estafado porque yo soy gato". "Tenía un grupo de criaturas de dos patas que me ayudan porque estoy solo. Intenté contratar gente para cobrar la plata que me debían pero me estafaban más", agregó.
"Por un tiempo límite yo puedo ser como una criatura de dos patas y ser como los humanos, pero en mi casa vivía como gato en un 100%. Pero cuando me ponía la máscara en la cara y actuaba como persona me costaba mucho. Podía estar 5 o 6 horas así".
Ante las preguntas de su abogado defensor Maximiliano Legrand, también dijo que tenía muchas armas de fuego a su nombre porque las coleccionaba y que antes de ser detenido tenía un peinado con barro en la cabeza "porque jugaba con mis hijos", en referencia a sus gatos.
"Un pelo de mis hijos vale más que todas las criaturas de dos patas de todo el mundo. Mis hijos son todo para mí. La única excepción eran mi madre y mi abuelo. Mi madre nunca le va a hacer nada malo a mis hijos. Jamás", concluyó.
Con el testimonio de Gil Pereg finalizó al toma de testimonios en el juicio por jurado. El proceso continuará el miércoles, cuando se sabrá la sentencia por el doble crimen de las israelíes.