Jaque, feliz, cerró su festejo con megabrindis, la bendición de Cristina, un apodo incaico y la dura sonrisa de Cazabán como candidato en los afiches.

La última Vendimia de “Evo”

Por UNO

Celso Jaque no para de bailar. Aprovecha cada ocasión que le brinda su agenda: una nueva escuela,un acto vendimial, un encuentro con los vecinos.

Baila. Lo que sea. Zambas, cuecas, chamamés. Si pudiese también bailaría las tonadas.

Baila con todo el cuerpo. Si no, mira el panorama desde un costado y baila, aunque sea, con

los ojos.

Hay como un permanente brillo de chapecas en los ojos de este paisano malargüino.

Bien o mal, no le importa. Él se larga al patio a dar volteretas con inspiración. No para. Es

un comienzo de año muy intenso para el gobernador mendocino.

El hombre al que le cuesta reír

Tanta es la energía acumulada en el interior de Jaque que le regala cuotas sobrantes a su

equipo. Le ha dado vía libre, así, a cada uno de sus ministros para que se vistan de candidatos a

sucederlo.

El más lanzado es su mano derecha, el secretario de la Gobernación, Alejandro Cazabán. Su

Maquiavelo.

Cazabán, otrora hombre de combate cerrado y monje negro entre bambalinas, ha cambiado

sustancialmente desde que recibiera el impulso. Ahora sonríe en cada aparición pública.

No es fácil para él, un duro entre los duros, sonreír. Igual que para el papa Benedicto XVI.

Su cara se resiste a dejar brillando la medialuna de la simpatía.

Pero lo intenta. Insiste. Riega y riega. Hasta en los afiches con que va tapizando la ciudad

y en los generosos anuncios de ayer en los diarios la sonrisa luce dentro de su barba como un

cactus. Cuesta prosperar en el desierto.

Además, Cazabán, como Jaque, también baila.

Y sabe que no la tiene fácil. Su poder detrás del trono despierta suspicacias, celos y

broncas en buena parte del peronismo mendocino.

No se da por enterado. Reafirma su voluntad de ser. Dice que las encuestas cada vez le dan

mejor, gracias a esa voluntad. Y que le va muy bien en las recorridas. Señala que quiere integrar "

a todos" en su proyecto.

¿Cómo va a salir indemne de la maraña de intereses en su contra?

Alguien en el almuerzo de Robino le escuchó soltar una frase sibilina, aunque muy

significativa: "Hoy me va muchísimo mejor que anoche".

Esa noche había llegado Cristina. ¿Hubo unción?

El hombre del multibrindis

La exaltación del gobernador ha ido contagiando a muchos otros en su entorno.

Raúl Mercau, ministro de la Producción y también precandidato, es uno de los más picados por

el bichito.

Tras lanzar sin demasiado impacto su propio cálculo de inflación (le salió casi igual al de

Guillermo Moreno), contó con el visto bueno para montar una de las principales tramoyas

marketineras de esta Vendimia: el megabrindis, un gigantesco chocar de copas en el ámbito del Frank

Romero Day para celebrar la declaración del vino como Bebida Nacional, en onda récord Guinness.

Un buen motivo, un legítimo sentimiento que, de paso, sirvió para la autocelebración y para

honrar a la Presidenta, la verdadera pasión de la dirigencia.

Cristina Fernández, en efecto, pasó por Mendoza cual una deidad pagana para el peronismo

local. Es su conductora, su líder espiritual, su fuente de los suspiros y, sobre todo, la garantía

de un triunfo electoral en octubre.

No sólo el PJ la observa bajo los rayos áureos del Olimpo. El entonces presidente de la

COVIAR, José Molina, dejó caer el viernes, en una entrevista por radio Nihuil una de las frases

célebres de todo el fin de semana vendimial. Luego de señalar su orgullo por la visita de la

Presidenta, enmarcó al 24 de noviembre como un verdadero hito: "La declaración del vino como Bebida

Nacional se compara a la llegada del tren a la región. Marca un antes y un después".

¿Caminos del vino o del inca?

Debe de haber algo amargo en la alegría bailantera de Jaque.

Por más que él no se dé cuenta. Y no lo deje translucir.

Porque su denodado despliegue por la geografía mendocina, mostrando las virtudes de su

gestión, tiene un carácter electoral.

Una victoria del peronismo en octubre reivindicaría la figura del gobernador ante la gente,

ante su partido y, fundamentalmente, ante su propio espejo.

Lo paradójico, lo cruel de esa labor de hormiga es que Jaque lo hace para los demás, no para

sí mismo. Muchos se beneficiarán con la reelección, desde intendentes hasta legisladores, pasando

por la reelección eterna de Cristina.

Él, en cambio, tiene fecha de vencimiento. Inamovible. Tajante. Por eso, quizá, esté empeñado

en reformar la Constitución. Para corregir esa injusticia de la vida.

Un dolor hondo que lo anestesia de otras piruetas antojadizas del destino. Ayer, en el

influyente encuentro con los productores, Cristina, la amantísima presidenta, al dirigirse a Jaque

le dijo "Evo".

"¡Evo!", para alguien que ha dedicado cada uno de los minutos de sus tres años de gobierno a

honrar a la Presidenta.

Jaque entendió, rápidamente, que no era un problema. Cristina tampoco conocía los nombres de

los intendentes de Las Heras y Guaymallén. Sí tenía en mente al radical Víctor Fayad. "Buen día

señor intendente de Capital", le obsequió al Viti desde el estrado.

¿A quién más destacó la Presidenta? Dicen que a Eduardo Sancho, el vicepresidente de

Coninagro.

Dicen.

¿Qué más dicen?

Que tras la defección de Bermejo, el sanrafaelino Omar Félix, actual diputado, es el

principal rival de Cazabán en la interna. Que Fayad sigue en carpeta como eventual candidato K ("

Será el que más convenga a la Presidenta y sólo a ella", se sincera la guardia íntima cristinista).

Y que Jaque, si él quiere, integrará la lista del PJ local en octubre.

Es todo. Jaque le puso el moño a su última Vendimia. Bendecido por la Presidenta, bajo el

incaico mote de Evo, disfrutando su megabrindis con vino como bebida nacional y con la semisonrisa

de Cazabán vigilándolo desde los carteles.

Lo que se dice, un fin de fiesta inolvidable.