Al respecto, la psicóloga Ana María Cardona Jaramillo, directora de programas de la especialización en Psicología Educativa de la Universidad de la Sabana (Colombia), dijo: “Claramente existe la posibilidad de generar una adicción al uso de esta tecnología, especialmente frente al hecho de estar siempre conectados”.
Uno de los efectos psicológicos más comunes es el trastorno de adicción a internet, más conocido como IAD. Este genera anormalidades en la integridad de la materia blanca en las regiones cerebrales que involucran la creatividad y el procesamiento de emociones, atención, toma de decisiones y control cognitivo.
En función de constatar los efectos del trastorno de adicción a internet, un informe de la operadora británica Sky Broadband reveló que un 51 por ciento de 2.000 usuarios encuestados afirmó sufrir ansiedad, enfado y/o tristeza al no poder revisar sus correos o entrar a sus redes sociales debido a problemas técnicos.
Según el mismo estudio, la mayoría de las personas se conecta más de 6 horas al día. El 32 por ciento de los encuestados siente la necesidad de comprobar sus correos más de 6 veces al día (sin contar las horas de trabajo), un 5 por ciento lo hacía unas 20 veces y más del 14 por ciento de los encuestados declaró la necesidad de acceder y consultar las novedades de los diferentes servicios sociales por lo menos 6 veces al día. Quitarles el acceso al móvil, la tableta o a internet produjo síntomas psicológicos negativos en tan solo 24 horas. Entre ellos, dice el estudio, se cuentan “la sensación de adicción, depresión y ansiedad, sensación de que han perdido una parte importante de sí mismos, sentimientos de soledad, angustia y aislamiento y, por último, imposibilidad de encontrar recursos alternativos para pasar el tiempo y entretenerse”.
Los jóvenes son los más expuestos a estos posibles efectos adversos. Como su cerebro puede adaptarse al cambio constante, expuestos como están desde temprana edad a la tecnología moderna, no logran discernir las consecuencias de sus actividades diarias y permanentes con el terminal.
Según Cardona, entre las soluciones prácticas a este problema, sobre todo cuando se trata de niños y adolescentes, se encuentra declarar como ‘libres de celulares’ momentos y espacios definidos. “Hay que establecer límites claros, como que en espacios de familia –como cenas o similares– no se usa el celular. Especialmente de noche es importante restringir el uso de estos aparatos, pues pueden interrumpir el sueño”.
Fuente: elpais.com.uy