Tiene unas piletas rectangulares, dispuestas como un mosaico a orillas de una laguna, que exhiben tonos rojizos y blancos que cambian con la luz del día. Este fenómeno se debe a la concentración de sal y microorganismos en el agua, creando un paisaje casi surrealista ideal para turistas.
Las Salinas de Cáhuil es un lugar ideal para una escapada de fin de semana desde la capital chilena. La extracción de sal en esta zona se remonta a tiempos precolombinos, cuando los pueblos originarios ya aprovechaban las condiciones naturales de la laguna para recolectar este recurso.
Además de maravillarte con las salinas, Cáhuil y sus alrededores ofrecen actividades para todos los gustos de los turistas que se animan a realizar el viaje. Se puede comprar sal artesanal directamente de los productores, hay locales donde probar empanadas de mariscos o pescado fresco, reflejo de la gastronomía costera chilena.
Para tener en cuenta que en Chile no son todo compras en grandes malls y centros comerciales, o playas para disfrutar el mar de la costa Pacífica, sino que también existen grandes atracciones turísticas pero muchas veces poco conocidas.