Historias de vida

Un jubilado mendocino partió al fin del mundo en el rally aventurero más desopilante del sur argentino

Domingo Sanz encaró la ruta rumbo a Bariloche para realizar con su camión de bomberos modelo 86 una travesía única de rally que esta vez llega hasta Ushuaia

Domingo Jorge Sanz, oriundo de Potrerillos, Mendoza, es uno de los protagonistas de “Locos de la Patagonia”, una travesía única (un rally) que este año sale de Bariloche y llega hasta Ushuaia. Participa con un extravagante camión de bomberos y asegura: “No importa llegar, lo importante es vivirlo”.

Este viernes 16, desde Bariloche, se realizó la espera salida de una nueva edición del rally más desopilante y encantador del sur argentino. Se trata de “Locos de la Patagonia”, un viaje épico, sin GPS ni reglas, donde lo único obligatorio es que los vehículos sean anteriores a 1991.

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El viejo camión ya transita las rutas sureñas. Es la segunda vez que

El viejo camión ya transita las rutas sureñas. Es la segunda vez que "Mingo" participa de "Locos de la Patagonia".

A lo largo del tiempo han participado Citroën 3CV, Fiat 125 coupé, Datsun japoneses, Jeeps IKA del ‘58… y hasta un camión de bomberos Mercedes 1222 AF modelo 1986, justamente el que conduce el mendocino Sanz, orgulloso de formar parte de esta troupe de apasionados del caos mecánico y la libertad.

“Es la segunda vez que participo. Esta vez vamos hasta Ushuaia, así que se hará largo. Volveré a Mendoza dentro de un mes, si todo sale bien”, cuenta “Mingo”, que documenta su aventura en Instagram bajo el nombre matafuegos_tour.

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El viejo Renault que se sumó a la travesía junto con el camión de

El viejo Renault que se sumó a la travesía junto con el camión de "Mingo" Sanz.

Domingo tiene 68 años y es un amante de los viajes y la aventura. Viaja siempre acompañado por su perro "Chip", al que adoptó en España y conoce toda la Argentina.

Su historia de vida es muy particular: después de décadas viviendo en Alemania, decidió volver a sus raíces de una manera especial: se armó un motorhome, cargó a su perro y emprendió un viaje para reencontrarse con la Argentina que había dejado de joven.

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Mingo y sus dos inseparables compañeros: Chip, un perro que adoptó en España, y el viejo camión Mercedes que fue una autobomba en los años 80.

Mingo y sus dos inseparables compañeros: Chip, un perro que adoptó en España, y el viejo camión Mercedes que fue una autobomba en los años 80.

Hincha fanático de Tigre y padre de un hijo, recorrió el país de norte a sur y redescubrió cada rincón. En su camino llegó a Mendoza, y fue allí —en Potrerillos— donde encontró no solo el paisaje que amaba, sino también una nueva etapa en su vida junto a su pareja, Alejandra. Amante de la montaña, el senderismo y el andinismo, Sanz intentó en dos ocasiones subir el Aconcagua y hoy, rozando los 70 años, sigue soñando, viajando y demostrando que la vida merece ser vivida.

Tiene a quién salir: es hijo de Enriqueta Corina Duarte Ibarra García, la primera mujer latinoamericana en cruzar a nado el Canal de la Mancha, hazaña que logró en 13 horas y 26 minutos en 1951. El espíritu aventurero claramente corre por sus venas.

El espíritu del rally es divertirse y cosechar anécdotas

Lo cierto es que el espíritu de este rally es tan simple como hermoso: no gana el más rápido, sino el que sobrevive con humor a la travesía. O el que, aún sin llegar, logra las mejores anécdotas.

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La experiencia de este año suma a más de 60 personas y 30 vehículos.

La experiencia de este año suma a más de 60 personas y 30 vehículos. "Todos un poco locos", dicen los integrantes del rally.

Christoph von Thungen, de 64 años, otro habitual de la competencia, lo resume así: “Te puede pasar de todo. Un día estás arreglando frenos en medio de la nada, y al otro cocinando un lechón en un galpón prestado bajo la nieve”.

Este año se esperan unos 30 vehículos, cuatro motos, un camión, unos 50 participantes… y dos perros. La flota tiene nombres entrañables: Halcón Peregrino, La Loba, Natalia Natalia, La Gorda, El Calabrés Errante, Carancho, La Coca Sarli, Dudosa del Este, Sputnik, Los Jubilocos y más. Cada uno lleva historia, chapa vieja y un dueño con espíritu aventurero.

Más caos que carrera

El recorrido incluye caminos de ripio, estancias aisladas y paisajes patagónicos tan hermosos como implacables. La salida es “organizada”, pero a mitad de camino todo se desordena: se rompe un embrague, alguien se desvía a pescar, otro se pierde… y nadie se desespera.

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"Mingo", a la derecha, junto a uno de los tantos amigos que va encontrando en el camino durante sus viajes. Esta vez el destino fue el sur argentino.

En el grupo de WhatsApp, los mensajes se acumulan: “Se salió el semieje”, “me quedé sin frenos”, “¿alguien vio a La Bestia?”. Así, el rally avanza entre asados improvisados, empujones grupales y mecánicos rurales que se convierten en héroes.

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Domingo Sanz, un aventurero que se sumó a

Domingo Sanz, un aventurero que se sumó a "Locos de la Patagonia".

“Una vez rompimos el Rambler, fuimos al taller y como tardaban, compramos un Torino que estaba tirado al fondo. Dos días después reaparecimos 800 km más al sur. Así funciona esto”, cuenta Christoph entre risas.

“La gracia del rally es que no hay reglas. Te podés perder, romper el motor, tener que empujar el auto con los amigos o terminar atascado en el barro. Lo importante no es llegar, es compartir”, agrega, mientras muestra con orgullo su camión de bomberos rojo con bocina y luces que aún funcionan.

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Presencia femenina en un rally totalmente descontracturado donde nadie quiere ganar, sino divertirse.

Presencia femenina en un rally totalmente descontracturado donde nadie quiere ganar, sino divertirse.

Detrás de cada vehículo hay una historia. Desde autos que estuvieron abandonados por años hasta otros que fueron rescatados del desguace, la consigna es simple: cada uno elige su propio disparate mecánico y lo transforma en compañero de ruta. Algunos van con sus hijos, otros con amigos o parejas. Todos se unen por el deseo de hacer algo distinto, salirse del molde y dejar que la ruta escriba el guion.

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Muchos preguntan por qué lo hacen, si no hay premios, ni podios, ni siquiera un destino claro. “Pero justamente esa es la magia: el viaje es el premio”, cuentan Domingo y Christoph, entre risas y anécdotas. “Nos movemos por la alegría de compartir, de conocer lugares increíbles, de ayudar cuando alguien se queda a pie… eso no lo vivís en un viaje común”, señalan.

Anécdotas y libertad en pleno rally

En esta travesía todo puede pasar. Como aquella vez que una francesa hizo dedo, la levantaron en un viejo camión y terminó el rally durmiendo en la caja, entre bidones y frazadas. O el equipo que se perdió, terminó pescando en el Lago Fontana y volvió con truchas para todos.

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No se trata de ganar, sino de llegar, divertirse y conocer gente y lugares. Usuahia, el destino final.

No se trata de ganar, sino de llegar, divertirse y conocer gente y lugares. Usuahia, el destino final.

El organizador, Emiliano Leto, asigna puntos según su antojo. “No importa quién gane. La idea es compartir, arreglarse como se pueda, abrazar la desorganización y disfrutar del viaje”, explican los veteranos.

Un rally que es una celebración

“Locos de la Patagonia” no es una carrera. Es una forma de vida. Es desandar caminos con olor a aceite viejo, nieve en los parabrisas y amigos nuevos en cada parada. Es saber que no importa llegar a Ushuaia: lo importante es cómo, con quién y en qué estado lo intentaste.

Y eso lo sabe bien el mendocino Sanz, que con su viejo camión y su alma libre, va rumbo al fin del mundo, entre bocinazos, abrazos, escapes rotos y carcajadas. Sin dudas, en este rally, el motor más importante es la aventura.

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