Estos genes no solo afectan el desarrollo motor, sino que también están vinculados al tamaño y la estructura del cerebro, especialmente en las áreas relacionadas con la motricidad y la cognición.
Curiosamente, los mismos genes asociados con un inicio temprano de la marcha también se relacionan con una menor probabilidad de desarrollar Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y con un mayor rendimiento educativo en etapas posteriores de la vida.
Implicaciones para el desarrollo cognitivo
Aunque el estudio no establece una relación causal directa, los hallazgos sugieren que los bebés que caminan antes podrían tener una ventaja en el desarrollo de habilidades cognitivas. Investigaciones previas han indicado que los niños que alcanzan este hito motor más temprano tienden a mostrar mejores resultados en pruebas de memoria, atención y habilidades lingüísticas a los 4 años.
Es importante destacar que, aunque la genética juega un papel significativo, el entorno de los bebés también influye en el desarrollo infantil. Los padres no deben apresurar el proceso de aprendizaje de la marcha, ya que forzar a un niño a caminar antes de estar listo puede aumentar el riesgo de lesiones o afecciones como la enfermedad de Blount, que causa deformidades en las piernas.
Este estudio marca un avance significativo en la comprensión de cómo la genética influye en el desarrollo infantil. Aunque caminar temprano puede ser un indicador de habilidades cognitivas superiores, es fundamental considerar el desarrollo de cada niño de manera individual.