Una de las prendas de vestir que más se ensucian en el día a día son las zapatillas, y ni hablar cuando se trata de las zapatillas blancas. La goma blanca (en la mayoría de los casos) de las zapatillas es la que más sufre las consecuencias del uso, y en muchos casos, si esa mugre no se remueve rápidamente la misma puede notarse mucho más.
Truco de limpieza
Limpia la goma blanca de tus zapatillas con este simple truco de limpieza
La goma blanca de las zapatillas suele ser la parte que más rápido se ensucia. Límpia tu calzado en pocos minutos con este truco de limpieza
Limpia la goma blanca de tus zapatillas con este simple truco de limpieza
¿Cómo limpiar la goma blanca de las zapatillas en simples pasos?
La forma o el método más fácil y rápido para dejar la goma blanca de las zapatillas impecables, es usar agua oxigenada. Este producto suele usarse como antiséptico y desinfectante, también tiene propiedades que pueden ayudar a revitalizar la goma de tus zapatillas.
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Lo primero es asegurarse de que las zapatillas estén limpias, es decir, que no tenga restos de polvo. Para ellos puedes cepillarlas o pasarles algún trapo limpio. Luego tendrás que mezclar dos partes iguales de agua oxigenada y agua en un recipiente.
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A continuación tendrás que empapar un paño limpio en esta solución y exprimir ligeramente el mismo para eliminar el exceso de líquido. Luego, frota suavemente la superficie de goma de las zapatillas con el paño humedecido.
De esta forma, la acción efervescente del agua oxigenada ayudará a levantar la mugre acumulada y a eliminar las manchas que pueden haberse formado en la goma de la zapatilla. Además, el agua oxigenada posee propiedades blanqueadoras suaves que pueden restaurar el color original de la goma. A medida que vayas frotando, notarás que la suciedad se desprende y el brillo empieza a regresar.
Una vez que hayas frotado toda la goma de la zapatilla, aclara o enjuaga las mismas con agua limpia. Asegúrate de que no queden rastros de agua oxigenada en la zapatilla. Finalmente, deja que las zapatillas se sequen al aire libre, lejos de la luz solar directa y de fuentes de calor, para evitar daños.