- "Estás loco/a" "Eres muy sensible"
- "Estás exagerando"
- "Era una broma"
- "Lo hice por vos"
- "Solo te digo esto porque te quiero"
- "Todo esto es culpa tuya"
Estas frases, aunque suenen inofensivas o incluso cariñosas, muchas veces buscan lo contrario: desestabilizarte. Se cuestiona tu versión de los hechos, se ridiculizan tus emociones o se justifican acciones dolorosas. Todo esto es parte de lo que se conoce como gaslighting, una forma de manipulación en la que la víctima empieza a dudar de su percepción y termina sintiéndose confundida, ansiosa o incluso culpable sin razón.
También es común que el manipulador minimice sus actos, se niegue a asumir responsabilidades o cambie de tema cada vez que se lo enfrenta con algo que hizo mal. Lo cierto es que intentar cambiar a este tipo de personas es muy difícil, y muchas veces termina siendo desgastante.
¿Qué puedes hacer?
En lugar de tratar de modificar al otro, lo más sano es enfocarte en vos. Aprender a decir "no", poner límites claros y no anteponer siempre las necesidades ajenas a las tuyas son pasos clave. Desarrollar tu asertividad, esa habilidad para expresar lo que sentís y piensas con firmeza y respeto, puede ser tu mejor herramienta.
Si una relación te hace sentir constantemente mal, no estás obligado a quedarte ahí. Reconocer la manipulación es el primer paso para salir de ese círculo y recuperar tu bienestar emocional.