Pero pocas veces la historia ha registrado un momento en que la velocidad terrestre se encuentre con el límite de la física y la ingeniería de manera tan dramática como cuando un auto logra superar la barrera del sonido.
El auto más rápido del mundo alcanzó una velocidad de 1.227 km/h y rompió la barrera del sonido
El 15 de octubre de 1997, el desierto de Black Rock, en Nevada, fue testigo de un hecho histórico que marcó un antes y un después en la velocidad terrestre. Allí, el Thrust SSC, un auto supersónico diseñado por un equipo británico, rompió por primera vez la barrera del sonido en tierra, alcanzando una velocidad 1.227,985 km/h. Al volante estaba Andy Green, un ex piloto de la Real Fuerza Aérea Británica, quien logró domar la fuerza de dos motores a reacción Rolls-Royce Spey 202 que generaban casi 50.000 libras de empuje.
Como este auto logro romper el récord de velocidad
Este logro no surgió de la casualidad. Detrás del Thrust SSC estaba Richard Noble, ingeniero y piloto, un hombre obsesionado con la velocidad desde que en 1983 había establecido el récord mundial con el Thrust2. Cada detalle del auto fue pensado para soportar las fuerzas extremas de ir más rápido que el sonido: la aerodinámica, la estructura, los sistemas de control, incluso los neumáticos, diseñados para resistir el desafío de moverse a más de mil kilómetros por hora sobre tierra firme.
El récord del Thrust SSC no solo es un número impresionante, sino un símbolo de ingenio, precisión y valentía humana. Mientras muchos autos alcanzan velocidades impresionantes, muy pocos han desafiado los límites físicos y tecnológicos de manera tan radical. Antes de él, intentos como el del Budweiser Rocket en 1979 quedaron en la historia como experimentos, pero sin reconocimiento oficial.
Hoy, más de 25 años después, la velocidad Thrust SSC sigue siendo el único auto terrestre en romper la barrera del sonido, recordándonos que la obsesión por superar límites puede convertir la imaginación en realidad. Ese día, el desierto de Nevada dejó de ser solo arena y viento: se convirtió en testigo de la velocidad máxima que el hombre ha logrado imponer sobre la tierra.






