Entre la enorme cantidad de animales que quedaron atrás tras la evacuación estaban los perros domésticos, cuyas poblaciones han sobrevivido y en algunos casos prosperado sin intervención humana directa. Hoy en día, estos descendientes viven cerca de aldeas abandonadas y de la planta nuclear, en condiciones extremas que combinan escasez de alimento, frío, contaminación química y radiación residual.
Mutaciones en un entorno difícil
El estudio realizado por científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y el Instituto de Ciencias de la Salud Ambiental de la Universidad de Columbia, ha identificado variaciones genéticas asociadas a mecanismos de reparación del ADN. Estos mecanismos serían clave para entender cómo estos perros resisten una exposición constante a la radiación y a sustancias tóxicas.
El doctor Matthew Breen explicó: “Estas regiones del genoma funcionan como señales que nos indican dónde debemos mirar más de cerca. Algunas de ellas podrían estar relacionadas con adaptaciones que permiten a estos animales reparar mejor su material genético tras daños provocados por el entorno”.
Más allá de que el equipo todavía no puede confirmar que estas diferencias sean resultado directo de la exposición multigeneracional a la radiación, los investigadores consideran que es un punto de partida prometedor para futuras investigaciones sobre evolución rápida en ambientes contaminados.y
Pese a los peligros que todavía persisten por los radioisótopos presentes que tienen una vida media de unos 30 años, la zona de exclusión de Chernobyl se ha convertido, inesperadamente, en un refugio para la vida silvestre. Sin humanos, animales como lobos, linces, osos e incluso el caballo de Przewalski han ocupado el área. Los perros, en particular, han generado fuertes vínculos con los trabajadores y científicos que todavía operan en la región del desastre ocurrido en 1986.
Desde hace años, organizaciones internacionales cooperan desde hace años en programas de vacunación, alimentación y adopción para mejorar la vida de estos animales y reducir los riesgos sanitarios tanto para ellos como para las personas que trabajan en el área.
Los expertos señalan que estos perros podrían actuar como especie centinela, ayudando a anticipar los efectos de la radiación en la salud humana. Comprender cómo su genoma responde a estas condiciones puede ofrecer claves para proteger mejor a las personas expuestas a entornos contaminados, tanto por radiación como por sustancias químicas.
El doctor Bren concluyó: “El caso de los perros de Chernobyl es una oportunidad única para estudiar los efectos a largo plazo de un desastre ambiental de esta magnitud. Nos pueden enseñar mucho, no solo sobre cómo sobrevivir, sino también sobre cómo adaptarnos a un mundo en el que los retos medioambientales van en aumento”.