No hay caso. Los mendocinos en particular y los argentinos en general votamos de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. Tal como leemos un libro, una revista o el diario. Y casi sin cortar boleta.
Las desdobladas elecciones de Mendoza parecen ser prueba de esto. También las PASO provinciales y nacionales. Los mendocinos elegimos teniendo en cuenta quién está más alto en la jerarquía de la boleta. O quién está más a la izquierda -no desde el punto de vista ideológico-, ya que en este sector se ubican los candidatos a cubrir puestos de mayor relevancia. De otra manera es difícil entender resultados tan diferentes entre los últimos tres comicios.
PASO a PASO
Las PASO nacionales de agosto mostraron a un Cornejo perdedor en Mendoza -algunos lo consideraron un empate técnico- con respecto a la debutante y poco conocida en el mundo político Marisa Uceda. ¿Sorpresa, batacazo? No. Hubo un gran arrastre de la fórmula Fernández-Fernández que sacó el 47% de los votos a nivel nacional y le dio una verdadera paliza electoral a Mauricio Macri. En este caso la derrota de Macri arrastró a la fórmula de Cambiemos en Mendoza.
Algo de esto debe haber olfateado el Gobierno provincial ya en 2018. Tal vez por eso decidió en febrero de este año desdoblar las elecciones que finalmente fueron este domingo y pusieron a Rodolfo Suarez como ganador por 15 puntos arriba de la candidata del Frente de Todos, Anabel Fernández Sagasti.
¿Cambiaron los mendocinos su forma de pensar entre las PASO nacionales de agosto y las elecciones provinciales de septiembre, en un mes y medio? No. Los malos resultados de Macri en las PASO no afectaron a Cornejo profundamente. Y el discreto Suarez pudo aprovechar la buena imagen del gobernador provincial para ser el próximo primer mandatario de Mendoza. Otra vez se votó “de arriba hacia abajo”. Claro está, no hay que quitarle mérito a Suarez porque es el intendente de Capital y su gestión fue premiada por el voto de un sector importante de Mendoza. Pero hay que decir que Ulpiano Suarez heredó los sufragios de Rody.
El justicialismo provincial también olió la mala performance del Gobierno nacional y se propuso algo que no logró: instalar que Cornejo -y por ende Suarez- son Macri y ligarlos a la mala estrella del actual presidente.
Además hubo un notorio cambio en las fotos de campaña: Fernández Sagasti ya no posó junto a Cristina Fernández de Kirchner, sino que lo hizo junto a Alberto Fernández, muy consolidado después de las PASO nacionales y en inmejorable posición para sumar votos a la fórmula mendocina. ¿Si no para qué vino a Mendoza tres veces? Cabe acá una pregunta: ¿Entonces la mayoría de los votos son de Cristina? Difícil de responder y duro de discutir en la interna peronista nacional que se prepara para octubre con excelentes expectativas.
Ya en las PASO provinciales de junio se asomaba también esta influencia de arriba hacia abajo en los votos. Fernández Sagasti le ganó -por muy poco- a Alejandro Bermejo la interna. Anabel tenía a Cristina como referente nacional y “El Pulga” a nadie.
Se puede entender también que Fernández Sagasti se rodeó de candidatos a intendentes históricos que empujaron la elección “de abajo hacia arriba”. Pero este domingo de poco le sirvieron los Amstutz, los Abraham o los Parisi. Cristina y Alberto -perdón: Alberto y Cristina- le dieron el envión al justicialismo local en esa ocasión. Pero este domingo no estaban en la boleta.
En otras palabras, si Macri y Fernández hubieran estado en las boletas de las elecciones provinciales, habría sido muy difícil que Cambia Mendoza ganara por 15 puntos.
Amor y odio
Además el electorado vota con el bolsillo, la panza y el corazón. El bolsillo y la panza suelen ser responsabilidad directa de las figuras políticas nacionales que deben tener cuidado con el corazón de los votantes: porque el cuore administra el amor y también el odio. Es decir, no siempre es fácil saber si la gente sufraga por amor al ganador o por odio al perdedor. Estos dos aspectos serán centrales en los comicios nacionales y muy influyentes “de arriba para abajo” en las provincias.
Para avalar un poco más esta opinión sobre el voto que arrastra a los puestos que están más abajo o a la derecha en la boleta se pueden analizar dos casos locales. Uno es el de las PASO nacionales en Las Heras que dieron como ganador al Frente de Todos, pero ahora seguirá en manos de Cambia Mendoza. Otro es el caso de Néstor Majul, quien fue vapuleado en las PASO provinciales, y este domingo quedó a menos de cinco puntos del peronista ganador en Maipú, Matías Stevanato. Así podrían seguir los ejemplos.
Quedan las presidenciales de octubre. Son un desafío para Macri y Pichetto, quienes intentarán una remontada dificilísima ante los Fernández. Por encima de ellos no hay candidatos de los que colgarse. Serán los responsables directos del triunfo o de la derrota. Y será muy difícil que los gobernadores sumen -de abajo hacia arriba- los votos que disminuyan la diferencia de 15 puntos de las PASO nacionales con la fórmula Fernández-Fernández.
Si no, que le pregunten a María Eugenia Vidal.