El 1 de agosto fue el Día de la Pachamama, una celebración que nos invita a agradecer y rendir homenaje a la Madre Tierra.
El 1 de agosto fue el Día de la Pachamama, una celebración que nos invita a agradecer y rendir homenaje a la Madre Tierra.
Durante ese día se llevan a cabo ceremonias y ofrendas que se entregan a la Pachamama para expresar gratitud por todo lo que nos brinda a diario.
Con esto en mente, me pareció interesante reflexionar acerca de la Pachamama como figura femenina y los vínculos que pueden existir entre esta celebración y el ecofeminismo.
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El ecofeminismo es una corriente filosófica y política que busca establecer una conexión entre la opresión de género y la opresión de la naturaleza.
Este concepto se basa en la idea de que existen paralelismos y similitudes entre la forma en que las sociedades humanas dominan y explotan a las mujeres y a la naturaleza.
En esta línea, un artículo del portal Ecología Verde enumera algunos de los puntos que conciernen al movimiento:
Desde la perspectiva ecofeminista, la explotación y la degradación de la naturaleza están relacionadas con las estructuras patriarcales que subyugan a las mujeres y perpetúan un sistema de dominación, entendiendo que la cosificación de la naturaleza y su explotación desmedida se asemejan a la forma en que históricamente se ha cosificado a las mujeres y se han utilizado su trabajo y su cuerpo para beneficio de otros.
La naturaleza fue y es considerada un recurso explotable, sin tener en cuenta su valor intrínseco. De manera similar, las mujeres han sido tratadas como objetos, despojadas de su autonomía y valorizadas solo por su utilidad o función para los demás.
Así lo dice María Mies en el libro Ecofeminismo: "Desde el inicio del patriarcado, las mujeres de todo el mundo fueron también tratadas como 'naturaleza', desprovistas de racionalidad, con su cuerpo funcionando de la misma manera instintiva que los otros mamíferos. Al igual que la naturaleza, podían ser oprimidas, explotadas y dominadas por el hombre."
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Podríamos decir entonces que el ecofeminismo busca un cambio hacia una relación más respetuosa y equitativa con la naturaleza y promueve el reconocimiento de la interdependencia entre todos los seres vivos. En este sentido, la Pachamama se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza que invita a reflexionar sobre la importancia de proteger y cuidar el entorno natural en armonía con los principios de igualdad y justicia de género.
Saliendo un poco del plano teórico/filosófico, quienes participamos del activismo ambiental con frecuencia nos encontramos compartiendo una sensación: muchas veces pareciera que, desde una perspectiva binaria, hay más presencia de mujeres que de hombres dentro del movimiento. Esta hipótesis surge en parte por las estadísticas arrojadas por plataformas como Instagram en las que, en la mayoría de los casos, más del 85% de quienes siguen cuentas ambientales se identifican como mujeres. También desde el lado de la comunicación, la mayoría de las cuentas dedicadas a la educación ambiental son llevadas adelante por mujeres. A partir de estas sensaciones y conclusiones, decidí indagar en el tema y confirmé que históricamente en muchas culturas las mujeres han tenido un rol de guardianas y gestoras de la naturaleza.
Pero, no solo eso, sino que las mujeres, especialmente en países en desarrollo, a menudo sufrimos los impactos negativos del cambio climático de manera desproporcionada, llevando esto a que muchas veces asumamos un compromiso más activo en la lucha ambiental. Así surge, por ejemplo, en un artículo publicado por Noticias ONU.
Es esencial recordar que el activismo y la lucha ambiental deben ser un esfuerzo colectivo e inclusivo, donde tanto mujeres como hombres trabajen juntos para abordar los desafíos ambientales y promover la sostenibilidad, y que "ni las mujeres ni la Tierra son territorio de conquista".