Estados Unidos

Falleció Sven Coomer, el inventor de la bota de esquí moderna

Inventor de la bota moderna de esquí, Sven Coomer transformó el modo de deslizarse en la montaña. Su legado sigue vigente en cada par de botas que usamos hoy

El 10 de marzo murió en Aspen, Colorado, Estados Unidos, uno de los grandes nombres de la historia del esquí: Sven Coomer, el diseñador que revolucionó para siempre la manera en que esquiamos. Tenía 84 años y falleció por una insuficiencia cardíaca.

Puede que su nombre no te suene conocido, pero si alguna vez calzaste unas botas de esquí cómodas y con buen agarre, probablemente algo de su legado pasó por ahí. Coomer fue quien rompió con el molde de las viejas botas de cuero duras y pesadas, y creó una carcasa de plástico que no solo mejoraba el rendimiento, sino que también cuidaba los pies del esquiador.

Su modelo más famoso, la Nordica Grand Prix, apareció a fines de los 60 y marcó un antes y un después en el diseño de botas. Botín interno de cuero, lengüeta alta, estructura anatómica, todo lo que hoy nos parece normal en una bota, lo pensó él. Tanto, que en 2021 fue incluido en el Salón de la Fama del Esquí y Snowboard de Estados Unidos.

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Coomer nació en Sídney en 1940 y fue olímpico a los 16 años en pentatlón moderno. Pero su conexión con la nieve apareció en Suecia, mientras estudiaba ingeniería. Probó el esquí, se enamoró del deporte y decidió cambiar de rumbo. Terminó enseñando en centros de Utah y Nevada, y trabajando como tester de material para revistas especializadas.

En 1969, contratado por Nordica, desarrolló una línea de botas que arrasó en el circuito de Copa del Mundo. Y cuando dejó la marca en 1977, Nordica ya tenía cerca del 35% del mercado global.

Pero no se quedó ahí. Fue pionero en la personalización de botas, fundó ZipFit, y hasta sus últimos años ajustaba botas a mano en su taller de Aspen, donde también compartía anécdotas de una vida tan aventurera como inverosímil: decía haber estado en misiones secretas en el Tíbet y haber entrenado con comandos británicos. Su hija no podía asegurarlo, pero decía que todo eso, de alguna manera, lo representaba bien.

Coomer dejó una huella técnica enorme, pero también humana. Siempre dispuesto a probar cosas nuevas, pensando el esquí desde los pies hacia arriba.

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