Mendoza

Tanto los vecinos y parientes de Benito Calisaya, como otros ladrilleros, aseguraron a este portal que existe una ola de violencia y asaltos contra los que se desempeñan en esa actividad. El presunto asesino del comerciante fue detenido y quedó

Vecinos, familiares y colegas del ladrillero asesinado en El Algarrobal denunciaron una zona liberada

Por UNO

Por Fabricio Panella Vidal

Una zona liberada por una presunta connivencia entre policías y delincuentes fue lo que denunciaron este lunes ante Diario UNO vecinos, familiares y colegas de Benito Calisaya (58), el hornero asesinado en la madrugada de domingo en su domicilio de El Algarrobal, en Las Heras. Incluso algunos de ellos hablaron de pedidos de dinero por parte de uniformados para patrullar las calles.

Sin dar sus identidades y con el temor y nerviosismo propios de este tipo de acontecimientos violentos, desde el entorno de Calisaya afirmaron que “esto no es nuevo”, “en la última semana hubo cuatro asaltos” a personas que se desempeñan en la actividad en ese distrito, y que en “casi tres meses mataron a tres ladrilleros”, contando con el último acaecido en Gral. Paz al 5.300.

Más allá de las características propias de esta industria (el manejo de grandes sumas de dinero en efectivo, la poca o nula formalidad en las transacciones, la precariedad, el bajo nivel de seguridad existente en los hornos, etc.), que tiene a El Algarrobal y a El Bermejo como zonas ladrilleras por excelencia, todos sospechan de algún grado de complicidad entre represores del delito con quienes lo cometen.

UNO recorrió varias fábricas de ladrillos de la zona y corroboró lo que muchos no se animan a decir frente a un micrófono pero que lo aseguran por lo bajo: “Hay una mafia del ladrillo”.

En tanto, vecinos del lugar en donde ocurrió el brutal crimen indicaron que efectivamente “hay una mafia” y que, si bien los hechos policiales son cada vez más frecuentes, los delincuentes “especializados” en asaltos a ladrilleros los tienen a maltraer. La gente también apuntó a efectivos que cobran por patrullar las calles y brindar protección.

“Cuando ocurre un asalto, la policía se demora más de media hora en llegar. Está más que claro que acá hay una zona liberada”, razonaron.

El negocio del ladrillo

Aproximadamente cada ladrillo cuesta $1,30 en época invernal y $1,10 en verano. Los fabricantes explicaron que la variación del costo se debe a la caída de la producción en junio, julio y agosto por el frío y las heladas (estas inclemencias afectan la elaboración del producto, que pueden quebrarlo y dejarlo inutilizable). En cambio el precio en los meses de calor baja ya que es el tiempo de esplendor de la elaboración del ladrillo.

Un solo cliente puede comprar en promedio de 3 mil a 6 mil ladrillos de una sola vez, y en general se paga en efectivo, lo que obliga al fabricante a manejar grandes sumas diarias de dinero sin las medidas de seguridad pertinentes.

La mayoría de los productores suelen tener su vivienda en el mismo predio donde hacen los ladrillos, por lo que optan guardar el efectivo en sus inmuebles antes que depositarlo en un banco.

Muchos de los fabricantes de ladrillos son pertenecientes a la comunidad boliviana y sus descendientes. Las personas de esa nacionalidad son siempre valoradas por su gran humildad, tenacidad y esmero ante un trabajo que es arduo y, muchas veces (como el caso de Calisaya), sumamente ingrato.