Rocío Gatica (24 años) habla sin parar. Cuenta también que debajo del colectivo vio cómo una camioneta atropellaba a los heridos –“les pasó por encima”– luego de que su conductor se bajara a ayudar pero sin poner el freno de mano del vehículo. “Quedamos bañados en gasoil. Un tanque explotó, no sabemos si del camión o el colectivo”, recuerda la mujer. Y agrega sobre cuando ya estaban fuera del colectivo: “Giré y miré hacia atrás, y vi que una camioneta de auxilio mecánico se paraba a ayudar. El conductor se bajó apurado y se olvidó de poner el freno de mano. La camioneta se comenzó a ir sola hacia la banquina, donde habían sido colocados los heridos, y los pasó por encima”.
Historia repetida En los últimos cinco días ha repetido este relato muchas veces. Tiene puesto un cuello ortopédico y un tajo en forma de medialuna con diez puntos de sutura le cruza la frente. Su esposo, Fabricio Camargo (28), está a su lado y vigila a sus hijos, Alma (1 año y 10 meses) y Francisco (4). Están tomando un poco de sol en la puerta del hospital Perrupato, después de tantos días de estar internados. “La gente que trabaja acá, desde el que limpia hasta el director, se merecen un monumento”, exclama. La familia completa ha salvado sus vidas de milagro y los niños salieron ilesos de ese tremendo choque entre el ómnibus y un camión que venía en contramano. “Yo estaba jugando con Francisco. Mi marido iba con la nena del otro lado del pasillo. Recuerdo haber mirado por la ventanilla y ver la fábrica La Campagnola. Fue lo último que vi. Ahí escuché a una persona que gritó: ‘¡Guarda’, y casi instantáneamente se sintieron la explosión y el impacto. Cuando volví a abrir los ojos, todo había cambiado”, relata. Y Rocío sigue: “Estaba tirada en el piso, entre las butacas. Tenía el cuerpo de un hombre grandote sobre las piernas. Unos pies que me pisaban el cuello y la cara eran los de mi marido, que había quedado de cabeza. Yo le dije: ‘¡Fabri, por favor, sacame! ¿Qué pasó, qué pasó?’. En eso veo a mi hijo parado en el pasillo, solo, como si nada hubiera pasado. Le pedí que se quedara tranquilo, pero él me vio bañada en sangre y se puso a llorar. La sangre apenas me dejaba ver y había perdido un montón de dientes. Mi marido se levantó y levantó a mi hija, que había quedado debajo de él. A ella no le pasó nada; había quedado en un huequito, sentada”. En un rato la familia vuelve a San Luis. Habían venido a Mendoza para pasar el fin de semana en lo de una hermana de Rocío, pero vivieron la experiencia más traumática de sus vidas. Al menos ellos pueden regresar. Otros 17 no.
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Rocío Gatica da su testimonio a UNO, acompañada por Alma, Francisco y su marido, Fabricio Camargo.