Por Gustavo De Marinis
La exposición del abogado designado por el Estado nacional, que es querellante igual que Mendoa, dejó la sensación de que si otra hubiese sido la conducta de algunos jueces por lo menos hoy tendríamos algún desaparecido
Por Gustavo De Marinis
Las dos primeras partes del alegato de Fernando Peñaloza, representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en el cuarto juicio por delitos de lesa humanidad que se hace en Mendoza, tuvieron dos características marcadas: claridad y contundencia.
Pero no fue sólo claridad y contundencia. La exposición del abogado designado por el Estado nacional, que es querellante igual que Mendoa, dejó la sensación, una vez más, de que si otra hubiese sido la conducta de algunos jueces, no es que podría haberse evitado el genocidio, pero por lo menos hoy tendríamos algún desaparecido menos, algún torturado menos o algún violado menos. También, lógicamente, sabríamos mucho más que lo que sabemos.