"Una idea genial", escribió Natalia acerca de la noticia de UNO, ayer, en la que el Colegio de Arquitectos propone una consulta popular para definir vectores de urbanización en su ciudad, la capital entrerriana.
En las redes sociales el tema caló hondo, tanto que los aportes se sumaron de manera exponencial. Como sea, la entidad profesional apunta a fomentar la determinación de un programa de crecimiento en Paraná con el apoyo de los ciudadanos, que vaya por encima, o más lejos, del aporte que ya están concretando expertos en diversas materias.
La intención de la iniciativa vale la pena ser considerada. Que los vecinos voten hasta dónde pueden subir en altura los edificios y en qué zonas de la ciudad; si desean que los arroyos sean saneados a cielo abierto o parquizados y que precisen en un plan de opciones el lugar más conveniente para emplazar en enlace a Santa Fe, parecen ser buenos temas de debate que concluyan en el sufragio. Existe la posibilidad de que en las PASO el asunto capture más la atención pública que el motivo central de la elección que es definir los candidatos a ocupar bancas en el Congreso de la Nación. Sin ser peyorativo, pondero que pocos deben saber quiénes nos representan en el recinto y mucho menos qué cosa hacen o hicieron en el lugar donde se discute la alta política argentina. En cambio a muchos les puede interesar el debate sobre el impacto ambiental de una megaobra de ingeniería.
En algunos foros, el proyecto de la consulta popular causó un tembladeral político a horas de publicada la noticia en este diario. Sucede que no es lo mismo negociar habilitaciones mano a mano con un funcionario dentro de un despacho que someter todo un plan de inversión pública y privada a la opinión de los ciudadanos.
Empresarios de la construcción están más familiarizados con la gestión de procesos licitatorios que en andar de un lado a otro hablando con la gente sobre los perjuicios que las obras desencadenan; como por ejemplo la provisión de cloaca, agua y estacionamiento en los barrios donde emplazan edificios; anegamientos derivados del entubamiento de arroyos. Una vez que la inauguración es cosa del pasado los problemas pasan a ser patrimonio exclusivo de los que quedan y de esas cuestiones este medio es caja de resonancia habitual. Noticias sobre reclamos de pavimentación de arterias en los barrios, acceso al agua en cantidad y calidad suficiente en cuadras donde levantaron edificios suelen ser el pan de cada día para periodistas abocados a tratar temas ciudadanos.
Está claro que como los constructores no se hacen cargo en tiempo y forma de los servicios públicos y defectos constructivos desencadenados en las viviendas sociales una vez que están concluidos los emprendimientos habitacionales, tampoco hay quién dé la cara ante los vecinos que sufren las consecuencias de los edificios o entubamiento de cauces. Como sea, está bien que se exponga esta problemática a los ojos de la mayoría y que se vote en consecuencia. Luego no habrá muchas chances de decir esta boca es mía porque la autoridades quedarán comprometidas a hacer lo que dictamine la voluntad popular. Y los ciudadanos en igual medida.