Para los habitantes de la región autónoma de Xizang, en el suroeste de China, la actividad recreativa más común entre junio y septiembre es “experimentar el lingka”.
Los esfuerzos de forestación enriquecen la vida y la ecología en Xizang
Con obstáculos vencidos y trabajo incansable, la plantación de árboles transforma la meseta con verdor y bienestar para sus habitantes
En tibetano, lingka tradicionalmente significa jardín, pero hoy en día también se refiere de manera general a actividades en un parque, jardín u otro entorno al aire libre. Así, “experimentar el lingka” se asemeja a hacer un picnic o una excursión, donde las personas pasan el día rodeadas de montañas y ríos, disfrutando de comida, bebidas y juegos con familiares y amigos.
Dradul, residente de Lhasa, la capital de Xizang, vivió esa experiencia el mes pasado junto con su esposa y algunos amigos en la ribera sur del río Lhasa.
“Hay zonas designadas para disfrutar del lingka, donde no hace falta llevar nada: simplemente pedís la comida que necesitás ahí mismo. Nosotros solo llevamos un poco de fruta, y después cantamos canciones y jugamos a los dados”, contó Dradul.
Sin embargo, este hombre de 58 años recuerda que todo era muy distinto cuando era niño. En aquella época, Lhasa tenía muy pocos espacios verdes. A veces, Dradul y su familia llevaban platos caseros y se dirigían al parque Norbulingka, uno de los pocos lugares arbolados donde se podía disfrutar del lingka. Otras veces, simplemente se conformaban con un terreno pantanoso o arenoso como lugar de paseo. “Ahora Lhasa está mucho más verde, y las rutas están bien desarrolladas”, destacó.
Este año se celebra el 60º aniversario de la fundación de la región autónoma de Xizang. En las últimas décadas, se han hecho múltiples esfuerzos de conservación y restauración ecológica, que han sumado color y vida a la meseta nevada. Lhasa es un claro reflejo de esos avances.
En 2021, se lanzó un proyecto de forestación en las montañas al norte y al sur de la ciudad. Se trata del primer esfuerzo de restauración ecológica a gran escala en Xizang y de un proyecto clave para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
El proyecto abarca 35 pueblos de nueve distritos y condados de Lhasa, incluido el Nuevo Distrito de Liuwu, donde Dradul disfrutó de su reciente lingka. El objetivo es forestar un área total de 137.300 hectáreas en 10 años, transformando a Lhasa en una capital más ecológica y habitable sobre la meseta Qinghai-Tíbet, uno de los principales bastiones ecológicos de China.
Dawa Yangdron, que actualmente ronda los 40 años, trabaja desde 2002 en Lhasa cultivando especies nativas como el arbusto de las mariposas y el espino amarillo tibetano. “Son especies resistentes al frío y a la sequía, con altas tasas de supervivencia”, explicó.
En 2022, se sumó al proyecto de forestación, asumiendo un contrato para plantar árboles en 213,3 hectáreas de montaña.
Contó que su equipo incluye expertos que estudiaron botánica en Noruega en la década de 1980, quienes descubrieron que plantas como el rododendro y la potentilla dorada, casi extintas en Xizang, se utilizan comúnmente en la jardinería urbana noruega.
“Esas plantas se cultivaron a partir de semillas recolectadas en Xizang hace más de 100 años”, señaló Dawa Yangdron. Ahora su equipo las cultiva con la esperanza de que, algún día, puedan utilizarse ampliamente como arbustos ornamentales en los caminos de Xizang.
No obstante, plantar árboles en altitudes elevadas no es tarea fácil. Las montañas al norte y sur de Lhasa se encuentran entre los 3.600 y los 4.050 metros sobre el nivel del mar, con
pendientes promedio de 60 grados. El suelo es delgado, pedregoso y difícil de trabajar, con hasta un 70% del terreno cubierto de piedras.
Tsedan Namgyal, supervisor de una zona del proyecto, recordó que al inicio las montañas estaban casi completamente áridas. Por la dureza del terreno, dos o tres trabajadores apenas podían cavar tres o cuatro pozos por día a mano, y el trabajo debía completarse con taladros.
“Como el suelo es tan duro, teníamos que llenar los agujeros con agua el día anterior, para que estuviera húmedo cuando llegaran los plantines”, explicó.
Una de las mayores dificultades en la forestación de altura es transportar los árboles jóvenes. Hoy, ese proceso se ha revolucionado gracias al uso de drones que pueden cargar hasta 45 kilos. Cada viaje de ida y vuelta dura apenas tres o cuatro minutos, lo que hace que el proceso sea entre cinco y ocho veces más eficiente que el método tradicional con mulas o caballos.
Kelsang Norbu, director del buró de silvicultura y praderas de Lhasa, aseguró que, con la ayuda de drones y sistemas de riego inteligente, la eficiencia del proyecto ha mejorado notablemente.“Tras más de tres años de trabajo, ya se han forestado más de 71.330 hectáreas de montaña y se han plantado más de 120 millones de árboles. La tasa de supervivencia supera el 85%”, concluyó.
Por MO JINGXI y DAQIONG


