El mes pasado, el Reino Unido realizó el movimiento final y más relevante en un acto que busca el equilibrio hace muchos años, cuando anunció que a Huawei no se le prohibiría construir infraestructura para la red de telecomunicaciones 5G del país.

En respuesta al resultado de la sesión del Consejo de Seguridad Nacional, Estados Unidos señaló que “estaba desilusionado con la decisión de Reino Unido”.

La sesión del consejo en la que se tomó la decisión de dar luz verde a la compañía de tecnología china fue presidida por el primer ministro Boris Johnson y también contó con la presencia de ministros del gabinete y funcionarios de seguridad.

Horas después, el secretario de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, emitió una declaración en el Parlamento con la intención de tranquilizar a los miembros de la alianza de inteligencia Five Eyes, integrada por Gran Bretaña, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos. “Nunca tomaríamos decisiones que amenacen nuestra seguridad nacional o la seguridad de nuestros aliados en Five Eyes”, sostuvo Raab. “La manera en que construimos nuestra red pública de telecomunicaciones 5G y de pura fibra no tiene nada que ver con la forma en que compartimos información clasificada. Y los expertos de seguridad técnica del Reino Unido han acordado que los nuevos controles sobre los proveedores de alto riesgo
son completamente coherentes con las necesidades de seguridad del Reino Unido”.

Un día después de que se anunciara la decisión del Gobierno británico sobre Huawei, la Comisión Europea publicó una serie de pautas para proteger la seguridad de la red que requiere que los países de la Unión Europea “apliquen lasrestricciones correspondientes a los proveedores considerados de alto riesgo”, como dejarlos afuera de las funciones “fundamentales y de carácter sensible”, pero no llegaron a prohibir proveedores específicos por completo.

Estados Unidos había ejercido una presión constante sobre Gran Bretaña para boicotear a la compañía por razones de seguridad, pero Gran Bretaña sabía desde hace tiempo que una prohibición total de Huawei retrasaría la introducción de redes 5G por años, a un gran costo para la economía. “No hay una opción segura para que los proveedores no confiables controlen una parte de la red 5G”, señaló un alto funcionario del Gobierno de Estados Unidos no identificado en una declaración enviada por correo electrónico a los medios.

Matthew Howett, analista principal de Assembly Research, una consultora de tecnología en Londres, sostuvo que al final Gran Bretaña había tomado una determinación que no dejaba a ninguna de las partes interesadas realmente indignadas o felices, lo que podría ser la señal de un compromiso viable.

De acuerdo con las pautas publicadas por el Departamento para Digital, Cultura, Medios de Comunicación y Deporte, Huawei puede operar en Gran Bretaña, pero solo en la periferia de la infraestructura 5G, quedando excluido de las partes más sensibles de las redes de Reino Unido. Si bien los operadores móviles pueden seguir trabajando con Huawei, el Gobierno ha estipulado que en tres años Huawei deberá operar dentro de un límite de participación de mercado del 35 %. “No es ideal para los operadores móviles, no es ideal para Huawei, a todos les impacta en alguna medida”, sostuvo Howett. “Lo que tal vez indica que el Gobierno ha logrado
algún tipo de equilibrio entre todos los objetivos que estaban tratando de conciliar”.

Assembly Research estima que una prohibición de este estilo demoraría la
introducción del 5G en Gran Bretaña por hasta dos años a un costo para la
economía de 6,8 mil millones de libras (u$s 8,8 mil millones).

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