Messi no fue el único que hizo magia aquí. Otros ocultaron, con éxito, a la Selección de carne y hueso.

¿Y estos de qué planeta vinieron?

Por UNO

Por José Luis Verderico

Apenas terminó el partido que Lionel Messi y sus compañeros de sinfonía futbolera le ganaron a Uruguay en el Malvinas, una frase empezó a retumbar en mi cabeza mientras me disponía a escribir el título de la tapa de UNO de este sábado. Frase que todo futbolero que se precie de tal debe reconocer de inmediato: “¿Barrilete cósmico, de qué planeta viniste?”.Pero si usted no es amante del fútbol recuerdo que ese interrogante, que seguramente quedará sin respuesta de por vida, lo planteó el relator uruguayo Víctor Hugo Morales en México 1986, apenas Diego Maradona le hizo a Inglaterra el segundo gol, a mi juicio el más maravilloso de todos los tiempos. “¿Barrilete cósmico, de qué planeta viniste?” volvió a mí mientras pensaba en todas y cada una de las fantasías de Messi en Mendoza, dejando boquiabiertos no sólo a los rivales y al público joven, sino también a tipos que tienen añares de fútbol en sus retinas y desde el viernes confiesan que la actuación del rosarino les provocó ganas de llorar por la emoción de verlo ahí, por tenerlo ahí, en carne y hueso.

Ahora, ya menos excitado por ese tiro libre que dejó pagando a los charrúas y selló el resultado, esa sucesión interminable de toques y cambios de frente, pasecitos, quiebres de cintura, cambios de ritmo, paredes a diestra y siniestra, y un primer gol que incluyó una definición magistral por entre las piernas del arquero Muslera, quiero rendirles tributo a los cientos de hinchas mendocinos que quisieron ver a Messi y a los demás ídolos de cerca el jueves y el viernes, apenas llegaban a Mendoza pero que se quedaron vacíos y con las caras largas.

Es que después de haberlos visto correr a la par del colectivo, hacer vigilia en la puerta del hotel y peregrinar por el aeropuerto sin éxito, debido a que la Selección fuera de la cancha hizo gala del más estricto ocultismo y silenzio stampa, me asaltó una pregunta, espinosa, artera: ¿la Selección es de todos?El jueves rumié posibles respuestas durante un buen rato pero abandoné el tema autoconvenciéndome de que eso era más propio de la psiquis del hincha expectante y finalmente ignorado, rencoroso. Pero el viernes a la mañana, muy temprano, durante el programa Primeras Voces, por Nihuil, cuando Mendoza amanecía presta a vivir la inolvidable jornada del ahora llamado 12-O, la opinión de Leopoldo Jacinto Luque, campeón del Mundo en 1978, santafesino de nacimiento y mendocino por adopción, me ayudó a darme cuenta de que la Selección no es de todos, sino de algunos. Si en el interior del país los jugadores se mostraran un poco y saludaran a la gente que los espera en las calles y en el aeropuerto estoy seguro de que la Selección sería más querida todavía, dijo Luque, palabras más palabras menos, dando una receta súper sencilla pero imposible de cumplir, según lo visto en Mendoza.

La Selección no es de todos los argentinos, por más que varios millones de hombres, mujeres y niños la hayamos visto ganar, gustar, florearse y golear frente al histórico rival rioplatense.

La Selección de carne y hueso, como Dios manda, no es de todos, sino de todos los que tienen tarjeta de crédito presta, una generosa cuenta bancaria, internet, una o varias computadoras a mano y una dosis fenomenal de suerte para acceder a un sitio web porteño, y todo esto sólo para comprar una entrada. (No crea el lector que desconozco que a esta altura de los tiempos muchísimos ciudadanos tienen acceso a esos bienes. Pero no todos lo tienen).

La Selección de carne y hueso también fue de funcionarios públicos de diverso rango que, presos del cholulismo, se sacaron fotos con Messi y sus mosqueteros, a diferencia de quienes se agolparon sin éxito en el hotel con la ñata contra el vidrio. La Selección tampoco fue para los que se ilusionaron con ver un ratito de la práctica.

Es que algunos sólo se ocuparon, con éxito, de ocultar a los astros. Cuando pienso en esos autores intelectuales, me pregunto, como en 1986, ¿de qué planeta vinieron? Que Maradona y Messi me perdonen.