El electorado rechazó el 28 cualquier padrinazgo desde el poder central.

Contra el paternalismo porteño

Por UNO

El electorado mendocino rechaza, de manera explícita y tajante, el paternalismo porteño.

Las señales se repiten una y otra vez, elección tras elección. Pero los políticos locales son

los únicos que no se dan cuenta. Cuando tienen poco de sí mismos para ofrecer o cuando no confían

demasiado en sus propias fuerzas, insisten en colgarse de los fondillos de algún padrino (o

madrina) de Buenos Aires, con los sonoros fracasos por todos conocidos.

Los comicios municipales del domingo pasado, en Capital, ratifican la tendencia. El

padrinazgo expreso de Mauricio Macri y el madrinazgo velado de Cristina Fernández terminó en sendas

derrotas de sus ahijados con un regusto a humillación.

Mauricio, de bruces

De ambos tropezones, el mayor, el que más ardor causó entre sus filas, fue el de Macri.

Es que el jefe de Gobierno porteño decidió jugar fuerte en la provincia, como una especie de

prueba piloto en su despliegue hacia el interior del país, pensando en la candidatura presidencial

de 2011.

Haber elegido al piloto de rally Orly Terranova para que fuera su candidato en Mendoza

significó un acto de cuadruplicada soberbia: creyó que con su sola impronta podía imponer a una

figura simpática popularmente, pero con nulo rodaje político; creyó, al mismo tiempo, que podía

ignorar y basurear a sus recientes socios del Partido Demócrata, como si estos no tuvieran peso en

la provincia; creyó que podía llevarse por delante al cacique local, Viti Fayad, en la mismísima

toldería de este; y creyó, por último, que su propia popularidad, basada más en la ex presidencia

de Boca que en su gestión porteña, podía sortear todos esos obstáculos.

Macri, en suma, apostando sólo al marketing y al lifting político, subestimó al electorado de

la capital mendocina como antes Néstor Kirchner había subestimado al de la capital de los

argentinos.

Cristina perdió, pero no tanto

La derrota de la postulante kirchnerista Angélica Escayola fue menos bochornosa, por la

simple razón de que la candidata de Encuentro por la Ciudad nunca figuró entre los favoritos y

porque ningún integrante de la cúpula del poder nacional apareció por aquí para sacarse fotos junto

a ella como sí hicieron, más de una vez, Macri y su lugarteniente Gabriela Michetti.

El que se dio una vuelta, en cambio, como figura subalterna, fue uno de los banqueros del

régimen, Carlos Heller, y sí aportó monetariamente, entre bambalinas, fiel a su estilo (según

denunció el PJ local), el operador Chueco Mazzón.

Si a esto último se le suma el eslogan de campaña de Escayola, ¡Fuerza, Cristina!, deshonroso

para una aspirante a edil de tierra adentro, el sabor amargo del tropezón quedó suficientemente

potenciado.

Aun así, la fidelidad de Celso

Sorprende que Terranova y Escayola hayan sido tan crédulos, después de los descalabros que

protagonizaron los padrinazgos en las últimas elecciones.

El justicialismo mendocino, pese a todas las advertencias en contrario, se colgó de Cristina

Kirchner en los comicios legislativos de junio pasado. Fue vencido por 25 puntos.

Antes, en 2007, Julio Cobos, había perdido de manera increíble, con su candidato César Biffi

como postulante a la gobernación, por entregarse atado de pies y manos a Néstor Kirchner.

El esquema se ha repetido, idéntico, en los últimos comicios.

¿Por qué se insiste sobre ello?

En el caso de Celso Jaque, puede ser una cuestión de fe o de militancia, y no de mero cálculo

oportunista.

Desde que es gobernador, Jaque optó por ser fiel al matrimonio Kirchner, a su proyecto

político y a su manera de entender la relación Nación-provincias.

Por eso mismo, en la crucial batalla que se libra en estos días por los fondos federales en

manos del poder central, Jaque no dudó un segundo: apoya al Ejecutivo nacional, confía en su

capacidad para organizar el juego y en su bondad para distribuir a cada gobernador lo que se

merece.

"Si no nos dan más, será que no supimos ganarlo", pareciera decir Jaque con esa actitud sin

fisuras.

Hoy el mandatario mendocino es una de las cabezas intelectuales del plan kirchnerista para

evitar la repartija del Impuesto al Cheque: promueve una discusión amplia sobre la coparticipación

federal de impuestos y sobre otros temas de fondo.

Es un acto de pura humildad. Jaque sabe que este engorroso debate puede insumir meses e

incluso años, con lo cual él quizá termine viendo el final de la película desde su casa, en

pantuflas. No le llegarán los réditos a su gobierno.

Lo suyo es, tan solo, un servicio a la Patria.

"Viti", el ganador ambiguo

Si bien, como vimos, el electorado mendocino rechaza el paternalismo porteño, no ve mal, sin

embargo, que se negocie en buenos términos con el poder central o que, directamente, se opte por un

camino de independencia.

Esas dos actitudes (negociar o independizarse) son las que fundamentan el prestigio regional

del sanjuanino José Luis Gioja, por un lado, y de los puntanos Rodríguez Saá, por el otro.

El intendente Víctor Fayad lo entendió de maravillas y juega su propio partido, sin responder

a nadie, salvo a sí mismo.

Tanto zigzaguea, que es imposible de seguir y de prever, pero, por ahora, las cosas le vienen

resultando bien, al menos dentro de su cerrado coto capitalino.

Veamos. El Viti no se somete a las autoridades provinciales del radicalismo. No pide su

opinión ni sigue sus recomendaciones. Convoca a elecciones cuando le da la gana, forma las listas a

su antojo y no se casa con nadie.

Trompo en permanente rotación, hilvana, al mismo tiempo, una relación con el gobernador Jaque

mucho más afectuosa que la que tienen los mismos intendentes peronistas y hasta goza de recursos,

provinciales o nacionales, por encima de la media.

Sin que le tiemble el pulso, ha disparado las municiones más brutales y lacerantes contra el

vicepresidente Julio Cobos, para ofrecerle un gesto de "reconciliación" y de "unidad" el domingo

pasado tras la victoria y luego, como si no hubiera pasado nada, volver a fustigarlo sin

miramientos.

Ayer, sin ir más lejos, dijo, respecto de Cobos, que "no puede ser el líder de la oposición

alguien que forma parte del Gobierno" y brindó su apoyo al pago de la deuda con reservas tal como

viene pregonando el kirchnerismo.

Fayad es, sí, una rareza total.

En declaraciones a la agencia oficial Télam (lo cual es todo un dato) consideró también que

la oposición al kirchnerismo está débil porque, en sus filas, hay "dispersión" y "demasiadas

aspiraciones personales".

Dispersión y ambiciones personales son, hoy, justamente, las cartas de presentación de Fayad

que desesperan a sus correligionarios.

El padrinazgo porteño genera rechazo y el caudillismo local desconcierta.

¿Quién le pone el cascabel al gato?