En el día a día, usamos las palabras “disfrute” y “placer” como si fueran intercambiables, pero en realidad, hay una diferencia sutil pero significativa entre ambos conceptos. Estos términos apuntan a formas de bienestar, pero tienen matices distintos que hacen reflexionar sobre cómo vivimos nuestros momentos de satisfacción. ¿Qué significa?

Antes que desentrañar las diferencias, el profesor de Harvard Arthur C. Brooks, quien revela gran parte de los secretos que giran en torno a la felicidad; definió a la felicidad como la combinación de tres elementos fundamentales: disfrute, satisfacción y significado. De allí surge la distinción entre disfrute y placer

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El placer: qué significa

El placer se refiere generalmente a una sensación inmediata y tangible que surge a partir de estímulos externos. Está asociado a la gratificación instantánea, como el sabor de un delicioso chocolate, el abrazo de un ser querido o incluso una tarde soleada después de días de lluvia.

El placer se basa en los sentidos, en lo que se puede ver, oler, tocar, escuchar o probar. Es, en muchos casos, efímero: puede ser intenso, pero a menudo desaparece tan rápido como aparece.

Se trata de algo más sensorial y transitorio. Es la respuesta a una satisfacción puntual, a la gratificación momentánea. A menudo, el placer es fugaz, como una sensación de alivio tras comer algo delicioso o la satisfacción inmediata de cumplir con un deseo.

El disfrute: qué significa

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Por otro lado, el disfrute es más complejo y está relacionado con la experiencia subjetiva de una persona en su totalidad. No se limita a un placer instantáneo; implica una apreciación más profunda, que puede incluir aspectos emocionales, psicológicos e incluso espirituales. El disfrute está menos vinculado a la gratificación sensorial inmediata y más a la satisfacción duradera que proviene de un bienestar integral.

Por ejemplo, uno puede disfrutar de una caminata por el bosque no solo por la sensación de estar en la naturaleza, sino también por el sentimiento de paz mental y la conexión con el entorno. El disfrute suele ser más persistente en el tiempo y no depende únicamente de la estimulación externa, sino de cómo la persona se relaciona internamente con esa experiencia.

El disfrute puede implicar una satisfacción más completa, como la que se experimenta al lograr una meta personal o al participar en una actividad que, aunque no proporcione placer inmediato, resulta enriquecedora a largo plazo. Se relaciona con la idea de crecimiento personal, reflexión o incluso una sensación de realización.

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