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Problemas de circulación sanguínea: Una circulación deficiente puede dificultar que la sangre llegue correctamente a las manos y los pies, haciendo que se enfríen. Suele darse en personas con presión baja, enfermedades vasculares o fumadoras.
Fenómeno de Raynaud: Es una afección en la que los vasos sanguíneos de los dedos se contraen exageradamente ante el frío o el estrés. Puede causar cambios de color (blanco, azul, rojo), hormigueo y dolor.
Hipotiroidismo: Cuando la glándula tiroides funciona lentamente, el metabolismo se vuelve más lento y eso incluye la regulación de la temperatura corporal. Las personas con hipotiroidismo suelen tener sensación de frío constante.
Anemia: Una baja en los niveles de hierro en sangre puede reducir la eficiencia del transporte de oxígeno, lo que genera sensación de frío en las extremidades.
Estrés o ansiedad: El cuerpo en estado de alerta restringe el flujo de sangre a zonas menos prioritarias, como manos y pies, para concentrarlo en órganos clave. Esto puede generar frío temporal pero recurrente.
Diabetes o daño neurológico: La neuropatía diabética puede afectar la sensibilidad de las extremidades, generando sensación de frío, ardor o adormecimiento, incluso sin baja temperatura real.
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Aunque muchas veces tener pies o manos frías no representa un problema médico, conviene consultar a un profesional si esta afección significa lo siguiente:
- El frío persiste, incluso en ambientes cálidos
- Hay cambios de color en los dedos (blanquecinos, azulados o enrojecidos)
- Se presentan dolor, entumecimiento o pérdida de sensibilidad
- Hay antecedentes de problemas circulatorios, hormonales o autoinmunes
Consejos para mejorar la circulación y mantener el calor
- Evitar el tabaco, que estrecha los vasos sanguíneos
- Hacer actividad física regular para favorecer la circulación
- Usar ropa adecuada, especialmente calcetines y guantes en invierno
- Mantener una alimentación rica en hierro y vitamina B12
- Controlar el estrés y la ansiedad, que pueden agravar el síntoma