Existe una palabra que funciona igual en cualquier rincón del planeta. "OK" se pronuncia de la misma manera en Tokyo que en Buenos Aires, y su significado permanece intacto sin importar el idioma local. Lo que comenzó como una travesura periodística en el Boston de 1839 terminó conquistando el mundo entero.

La historia de "OK" comenzó en 1839, cuando los editores de Boston decidieron jugar con el lenguaje. Lo que empezó como una moda lingüística pasajera terminó convirtiéndose en un fenómeno que trascendió su origen humorístico para instalarse definitivamente en el vocabulario global.

El nacimiento de una palabra universal

Investigadores del lenguaje siguieron las pistas de "OK" hasta llegar a una costumbre muy particular de mediados del siglo XIX: los estadounidenses se divertían escribiendo mal las palabras de manera intencional. El Boston Morning Post fue el primero en imprimir "oll korrect" como versión incorrecta de "all correct" en marzo de 1839. Era parte de una moda donde las personas creaban abreviaciones usando errores ortográficos deliberados.

Allen Walker Read, profesor de inglés en Columbia, dedicó años enteros durante los sesenta para resolver el enigma. Su trabajo echó por tierra teorías previas que conectaban la palabra con idiomas europeos o nativos americanos. La verdad resultó ser completamente estadounidense.

En julio de 1839, el editor de The Baltimore Sun utilizó la expresión para calificar unas botellas de vino recibidas como regalo. Pronunció el vino como "O.K.", marcando una de las primeras apariciones documentadas. Los juegos con el lenguaje muchas veces terminan siendo más importantes de lo que imaginamos: una broma editorial se convierte en fenómeno mundial.

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El presidente Martin Van Buren fue en parte responsable de la popularización de la palabra.

El presidente Martin Van Buren fue en parte responsable de la popularización de la palabra.

Doug Harper explica que probablemente la expresión ya se usaba de manera coloquial antes de su primera aparición impresa. Los editores disfrutaban experimentando con el lenguaje, creando abreviaciones caprichosas que reflejaban el espíritu juguetón de los medios estadounidenses del siglo XIX.

De la política a la conquista mundial

Martin Van Buren transformó sin saberlo una broma editorial en un fenómeno global. Durante su campaña de reelección en 1840, sus partidarios descubrieron que "O.K." coincidía con su apodo "Old Kinderhook". La coincidencia resultó ser el combustible perfecto para cambiar para siempre la historia de la expresión.

Los seguidores de Van Buren formaron "O.K. Clubs" destinados a energizar la base política del candidato. Mark Cheathem señala que estos clubes también proporcionaban "músculo" a la campaña. Van Buren comenzó a firmar documentos con "O.K." para reforzar la asociación con su apodo.

La palabra funcionó como arma de doble filo durante las elecciones de 1840. Los opositores también la utilizaron con intención burlesca. Algunos periódicos afirmaron que "OK" había surgido de un error ortográfico de Andrew Jackson. Van Buren perdió las elecciones, pero su palabra ganó la guerra de la comunicación global.

Los eventos políticos a veces moldean el idioma de maneras inesperadas. La palabra se transformó en campo de batalla electoral. La expresión había encontrado su lugar en el vocabulario estadounidense y estaba lista para conquistar el mundo.

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