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Georgina Medaura tiene 91 años y sigue al frente de su panadería "La Pichona" en Las Heras, que fue fundada por sus padres hace 76 años.
Martín Pravata
Madre de 6 hijos en la familia que forjó con su esposo, Eduardo Romero, es abuela de 15 nietos y tiene un bisnieto. Sigue siendo el alma del negocio que fundaron sus padres hace 76 años en el corazón de Las Heras.
“Hoy están mis nietos en el proyecto y estamos trabajando en cambiar ciertas cosas como incorporar platos árabes y están ayudando a que esto florezca en esta época”, comentó mientras su nieto Nicolás que es chef, le acercó una bandejita de palmeritas para compartir un café con el equipo de UNO.
“Descubrí que la vida se trata de vivirla, crecer y dar testimonio. Para mí esa es la filosofía y la relación de amistad con mis clientes y mis amigos. Pinto entre mis horas en el negocio los mandalas y se los regalo a la gente que nos sigue acompañando después de tantos años, es muy lindo. Me sirve para relacionarme con las personas y tener un gesto de generosidad”, contó con un particular brillo en sus ojos y calidez en su forma de hablar.
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Georgina junto a su hija Gabriela y su nieto Nicolás. Tres generaciones del negocio familiar que lleva 76 años en Las Heras.
Martin Pravata
Entre las palmeritas y las delicias árabes que se exhiben en las estanterías de madera, hay un montoncito de dibujos y lápices de colores con los que se expresa. Detrás de cada mandala hay una frase que regala a las personas que llegan a su panadería, con los stickers de “La Pichona” y así da su mensaje.
Podría decirse que Georgina Medaura es una verdadera influencer pero sin estar en los canales de Youtube o en Instagram. Es de carne y hueso, de la vida real. Cualquiera que quiera convencerse de las cosas lindas de la vida, puede conocerla y respirar esa sabiduría en su negocio, fundado por sus padres libaneses en 1948. Es la mayor de tres hijas del matrimonio que llegó al país en búsqueda de mejor suerte.
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"La Pichona" en la sala de amasado y donde se ubica un horno centenario en el que se doran las deliciosas palmeritas.
Martín Pravata
Recientemente, la Municipalidad de Las Heras le otorgó la distinción de los Premios General Las Heras, en donde compartió el escenario con nuevos emprendedores y jóvenes, modelos de pymes que siguen trabajando y enfrentando los desafíos de una Argentina en permanente crisis.
Con su cabello perfecto, maquillada y con su estampa, paradita frente a las estanterías de madera, “La Pichona” es símbolo de un envejecimiento activo. "Esto es el resultado de cómo viví mi vida", aseguró.
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"La Pichona" junto a su compañero de vida, Eduardo Romero. Formaron una familia con 6 hijos.
Martín Pravata
“Es el convencimiento que la vida, no siempre es felicidad. La felicidad se construye saltando todas las dificultades y solucionando los problemas. Si no, qué felicidad podés tener si sos negativo. No puede haber felicidad. Eso lo tenés que aprender”, aleccionó.
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El intendente de Las Heras, Francisco Lo Presti, le entregó una distinción a Georgina Medaura por su carrera comercial y compromiso con el desarrollo del departamento.
Su carrera comercial y la continuidad del legado de sus padres
"Mi padre era muy buena persona, mi madre muy trabajadora, sufrida. Eran inmigrantes libaneses. Y no sabían manifestar el español. Estaban educados en una guerra. Yo ví que mis padres siempre trabajaban y tenían negocios. Según la tradición es el hijo varón el que sigue el legado, pero mi papá tuvo tres hijas mujeres. Y yo me sumé a ayudarlos después de terminar la primaria y continué Perito mercantil", recordó sus inicios de uno de los negocios familiares más exitosos de Mendoza.
Almacén corralón de los padres de Georgina Medaura. "La Pichona" jpg
Postal de uno de los almacenes que fundó el padre de "La Pichona" en sus inicios en Las Heras. Luego fundaron la panadería en calle San Martín.
Martin Pravata
"No pude seguir la universidad porque ellos pensaron que con el secundario alcanzaba. Me quedé y pasé todas las épocas con ellos, siempre pensando que cuando a vos te toca hacer un trabajo, si lo hacés con mal modo, rezongando sin querer hacerlo porque no te gustó, no te resulta", recalcó. Y continuó: "En mis tiempos de espiritualidad yo aprendí que las cosas son por algo y por alguien y tenía que aceptar lo que Dios había dispuesto para mí porque yo no sabía por qué, pero él sí lo sabe. Esa forma me significó mucha ayuda".
"La Pichona" fue el apodo que le dio su padre, porque era su pichona, quien construiría tras medio siglo una marca registrada para su familia y comunidad.