Entonces entró en escena el arte. Jacques-Louis David pintó a su amigo muerto con una dignidad casi sagrada. En su obra, Marat aparece sereno, aún con la pluma en la mano, como si siguiera escribiendo por la Revolución. Era más que un retrato: era un manifiesto visual, un acto de propaganda, una obra de arte que hablaba por la nueva Francia.
Importancia de esta obra de arte
La muerte de Marat no fue solo una pintura: fue historia, fue Revolución, fue arte con propósito. Y más de dos siglos después, sigue siendo una de las imágenes más poderosas que definieron el alma de la Revolución Francesa y marcaron para siempre la historia de Francia.
Esta pintura también representa un punto de inflexión en la relación entre el poder y la imagen pública. Al retratar a Marat con tanta sobriedad y humanidad, David logró generar empatía en quienes veían la obra, convirtiéndola en una herramienta emocional para movilizar masas.